El canciller alemán, Olaf Scholz, en una reciente comparecencia ante la prensa. | Reuters

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Las perspectivas de que el otoño se complique en lo económico, con las tasas de inflación disparadas en toda Europa, empiezan a cobrar forma de manera más explícita. En los días en los que la incertidumbre sobre el suministro de gas empieza a dibujar un duro invierno en el horizonte, Alemania, el motor económico e industrial de la Unión Europea (UE), ha anunciado un plan para luchar contra el alza de precios generalizada. En paralelo el Instituto de la Economía Alemana (IW) ha lanzado unas previsiones poco halagüeñas sobre el mercado laboral teutón.

Como hemos visto todo este tiempo, el incremento del precio de la energía comporta derivadas que afectan directamente a los ciudadanos y las empresas. Este precio no parece que vaya a contenerse, de modo que las dificultades para la economía están servidas. En Alemania, uno de los estados europeos más dependientes del gas ruso, su encarecimiento condicionado por la guerra en Ucrania puede aniquilar miles de puestos de empleo. En concreto, según ha pronosticado el mencionado organismo económico, la abultada factura energética resultante puede llevar a 337.000 alemanes al paro.

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La secuencia es bastante clara. Si los precios del gas se duplican este próximo otoño la inflación escalaría un 4 % en 2023 y así el coste de la vida se incrementaría «para muchos alemanes». Ya en julio los precios de la energía se incrementaron un 35 % y los alimentos otro 15 % en tasa interanual, aunque las consecuencias de la inflación han sido amortiguadas en cierta medida por las medidas estatales de apoyo a la ciudadanía, unas medidas cuyo efecto en todo caso será temporal, aventuran los expertos económicos.

Según estos pronósticos, el incremento del precio del gas también impactaría en el Producto Interior Bruto alemán: según el experto del IW Thomas Obst si se duplica en este año la riqueza nacional se recortaría en un 0,2 % y el 2023 la reducción abarcaría el 2 %, lo que equivale una pérdida de PIB de 70.000 millones de euros. Según señala este trabajo, lo más probable es que los consumidores acaben pagando la factura del incremento del precio del gas. Advierte a su vez de que no se han tenido en cuenta las consecuencias para las cadenas de producción de un corte total del suministro de gas. Según Obst, esto último aportaría «un choque de precios suplementario» para las cadenas de producción. Con todo, aumenta además el riesgo de recesión para la primera potencia económica de la UE. «Lo decisivo será cómo asumimos el recorte de los envíos de gas desde Rusia» manifiesta el académico.

Desde España, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación admite que no es descartable un escenario en el que Rusia cumpla sus amenazas y corte por completo el suministro de gas a Alemania. El canciller español, José Manuel Albares, ha declarado recientemente que no pretende hacer «política de ficción» con una cuestión peliaguda y sensible, aunque afirma que ante las amenazas del presidente Vladímir Putin «hay que estar preparado para todos los escenarios». En referencia a las medidas de ahorro energético, Albares destaca que España no está tan amenazada como su aliado centroeuropeo y por ello el abastecimiento de gas no peligra, pasando de puntillas por las posibles consecuencias en nuestro país de una eventual paralización económica alemana.