Una mujer recibe una vacuna contra la COVID-19. | Nacho Gallego - EFE

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El contagio de personas vacunadas contra la COVID-19 se está convirtiendo en algo habitual y esta semana se ha sabido que las residencias de la tercera edad vuelven a tener usuarios infectados cinco meses después.

El especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, Joan Carles March, ha explicado que las personas que tienen más posibilidades de infectarse son los mayores de 65 años y las inmunodeprimidas.

En este sentido, ha apuntado que «si bien el ritmo de vacunación ha avanzado y estamos en un buen nivel, es importante advertir que la exposición de la variante delta, de origen indio, puede generar en algunos grupos de población que ya están inmunizados -por las vacunas o por haber pasado el virus- reinfecciones».

Además, ha argumentado que «la inmunidad no funciona igual de bien en todos los grupos y si seguimos exponiéndonos al virus, podemos volver a la enfermedad y a tener que ser ingresados».

March ha explicado que las personas que se contagian pese a estar vacunadas o haber pasado la enfermedad suelen tener «infecciones muy leves, pero con una carga viral muy alta, lo que demuestra que una persona inmunizada puede infectarse y contagiar igualmente». «No hay que pensar que cuando estemos vacunados ya habrá pasado todo.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, la reinfección es un fenómeno común».

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«Por tanto, no podemos bajar la guardia. La variante delta, más contagiosa, aumenta los positivos entre personas con la pauta de vacunación completa y es necesario alertar de que podría causar casos». El especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública sostiene que «la COVID no discrimina entre personas vacunadas y no vacunadas. Así sabemos que todo el mundo puede contagiarse y transmitir el virus».

¿Para qué sirven las vacunas?

En este orden de cosas, expone que «lo que sí que hacen las vacunas de forma general es proteger a la persona de las formas más graves de la enfermedad, reduciendo los síntomas, las hospitalizaciones y las defunciones. Ahora bien, el mensaje que ha cuajado entre un segmento de la población es que estar vacunado permite recuperar el tiempo perdido y ello implica para alguna gente creer que pueden tener una vida social activa, quitarse la mascarilla y mezclar grupos burbuja. Como si el virus no pudiera infectarlos. Y esto es un error grave».

Así, apunta que «cada persona es un mundo y es importante tener en cuenta la capacidad de respuesta inmunitaria de cada persona y la agresividad del virus que circula, que con la variante delta, se pueden ver más casos de fallo vacunal».

March explica que «sabemos que las vacunas inducen dos tipos de respuesta inmunitaria vinculadas entre sí: una que son los anticuerpos neutralizantes, que evitan que el virus infecte las células; y otra, los linfocitos T, que lo destruyen. Cuando una de las dos falla, la otra actúa».

Por todo ello, insiste en que «las vacunas no inmunizan a todo el mundo. Eso quiere decir que las vacunas contra la COVID han demostrado una efectividad superior al 90 %, pero ninguna es infalible. Se estima que aproximadamente un 10 % de las personas que se vacunan no desarrollan la inmunidad deseada, independientemente de la vacuna que se les administre. Esta problemática se asocia a la edad, sobre todo entre los mayores de 65 años, que normalmente tienen un sistema inmunitario más debilitado. Además, las personas vacunadas también se pueden contagiar».

En el caso de las vacunas con doble pauta, la primera suele denominarse de memoria, porque tiene un efecto limitado y los anticuerpos bajan a medida que pasa el tiempo; mientras que la segunda recibe el nombre de refuerzo, porque hace que estas defensas vuelvan a subir y que se estabilicen en niveles más elevados durante un periodo de tiempo». También la segunda dosis evita casos graves.