Espectacular. El violinista demostró sobre el escenario de Maó el porqué de su exitosa trayectoria internacional | Josep Bagur Gomila

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Unas 1.500 personas habrán visto, entre este viernes y el domingo, el espectáculo «Le Petit Garage» del violinista Ara Malikian. Es la adaptación de «Royal Garage», la propuesta con la que el músico estaba presentando su último disco, gira que quedó interrumpida por la pandemia. Es así que llega a Menorca y al Teatre Principal de Maó, donde su visita ha levantado una gran expectación. Hasta el punto que de las dos actuaciones que se habían programado inicialmente, se ha llegado a las cinco que finalmente ofrecerá, y con mucho gusto, el intérprete libanés de raíces armenias.

Vuelve por fin a Menorca. En 2016 lo intentó con «Pagagnini», pero no fue posible.

—Sí, creo que he estado dos veces en Menorca. Y tenía que volver hace unos años, pero tuve un accidente y tuve que cancelar. Y ahora es un placer poder volver a encontrarme con este público.

Al final actuará hasta en cinco ocasiones en el ‘Principal’.

—Me hace muy feliz. Cuando el público responde y tiene ganas de escucharme, a pesar de la situación que estamos viviendo, me emociona aún más. Estamos ya deseando encontrar el cariño del público menorquín y agradecer toda su fidelidad y sus ganas de disfrutar con mi música.

¿Son habituales cinco actuaciones?

—Tantas, quizá no, lo habitual ahora es hacer dos conciertos. Al ser aforos más limitados, obliga a hacer más pases para que el público pueda verlo. Las medidas de seguridad obligan a separar al público y no podemos llenar las salas a tope.

¿Detecta que hay ganas de cultura, de música, de disfrutar con ello?

—Absolutamente. Y nos hace muy felices, porque vemos que en general hay muchas ganas de música, de cultura, de arte, de teatro. Después de tanto tiempo parados, como artista vuelves a sentir que servimos para algo. Cuando hay problemas en el mundo, guerras, pandemias, lo primero que se cuestiona siempre, es la cultura. Así que ver la fidelidad y las ganas del público de acudir a un concierto, nos motiva mucho y lo vamos a dar todo, cuerpo, alma y corazón, para que el público vuelva a casa emocionado y feliz y recuerde el concierto.

Llega con ‘Le Petit Garage’, un formato más íntimo de ‘Royal Garage’ .

—Tuvimos que reinventarnos, ya que no era posible girar con la formación anterior. Éramos casi diez músicos sobre el escenario y con casi treinta en la compañía. Actuábamos en lugares muy grandes, pabellones, estadios, así que tuvimos que volver a las raíces. Hace años tocaba mucho con violín y piano. Es una formación que me encanta, son dos instrumentos que se complementan muy bien y hay mucho repertorio. Y queríamos hacer nuevos temas para esta formación, así que cuando empezamos fue una gozada. Es un concierto más íntimo, más emotivo, más cercano, y lo estamos disfrutando. Además, cuento con un gran pianista, Iván ‘Melón’ Lewis, con quien llevo mucho tiempo trabajando y nos entendemos totalmente, musicalmente. Hay una energía muy positiva que se desprende desde el escenario y lo capta el público.

¿Canta usted en este espectáculo?

—No. Hay un tema en el disco donde sí que canto, pero en vivo no lo hacemos. Es una canción que no está hecha para el directo, que tiene un concepto instrumental. Es un espectáculo que sale un poco de las actividades que hicimos estos últimos ocho meses. Hubo muchos conciertos en streaming, algunos viajes que fuimos afortunados de poder hacer, a México, Dubai o Roma. Todas las actividades, las composiciones, los movimientos que hicimos, los integramos en este espectáculo.

Usted es de Líbano, de origen armenio, y fue un niño que sufrió la guerra. Siempre ha dicho que la música ha sido fundamental en su vida, que le salvó la vida.

—Sí. Yo nací en Líbano y pude salir del país gracias a la música, porque pude ir a estudiar a los 15 años y después, en Europa, también pude sobrevivir gracias a la música. Hoy en día, la música me da mucha felicidad, me acompaña y gracias a ella soy quien soy, por eso siempre estoy agradecido a la música y al violín.

Tras una formación clásica, luego inició su propio camino.

—Mi base es de formación clásica, pero luego tuve otras inquietudes, otros intereses, y hoy en día no sé que es lo que hago, es muy difícil etiquetar mi música. Hago lo que me gusta, lo que me inspira, lo que me llena… Tengo muchas inquietudes y toco todo lo que me gusta, a mi manera.

Con las orquestas es más común, pero no tanto en el caso de un instrumentista, el hecho de llenar grandes escenarios y reunir tanto público del modo como lo hace Ara Malikian.

—No puedo hacer otra cosa que estar muy agradecido. La verdad es que nunca pensé que un concierto de violín pudiera llenar estadios y poder recorrer el mundo. Llevo trabajando toda la vida y he ido creciendo todos estos años, con una ambición, poco a poco, intentando seguir creciendo.

Hay quien critica que sea muy showman. ¿Qué les dice a esta gente?

—Pues no me parece un cumplido, pero si es lo que piensan, estaré equivocado con lo que estoy haciendo. Para mí lo que importa es la música, y la música es un show, es espectáculo. Pero no creo que sea un showman por ser músico.