Propuesta. Los Picapiedra se reparten por la geografía isleña para invitar al viajero a visitar sus rincones - T. B.

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¿Qué relación tiene Pedro Picapiedra y su compañero y cómplice de absurdas aventuras Pablo Mármol con Menorca? ¿En qué se parece el pueblo de Piedradura con esta pequeña Isla del Mediterráneo? Para Antoni Bosch, un empresario de Ciutadella, muy ligado al sector turístico y que creció viendo esta exitosa serie televisiva norteamericana de la productora Hanna-Barbera, la similitud es evidente.

La recreación animada de esta particular Edad de Piedra con reflejos y singulares usos tecnológicos de la sociedad occidental del siglo XX –quién no recuerda el troncomóvil propulsado a pie, la excavadora dinosaurio o los piedrodólares– se parece en cierto modo a la Menorca prehistórica.

La familia de Pedro Picapiedra, su mujer Wilma, Pebbles, la inteligente mascota Dino y sus vecinos Pablo Mármol, Betty y el pequeño Bam Bam pueden ser en opinión de Bosch unos magníficos cicerones de la Menorca talayótica y de la oferta de actividades que proporciona la Isla; cicloturismo, golf, náutica, hípica, entre otras propuestas. Bosch ha entregado a la Fundación Destí, dependiente del Consell y encargada de la promoción turística, esta singular idea para acompañar la campaña de marketing de Menorca. En opinión de Bosch, que durante 15 años dirigió un hotel, la marca Menorca no es muy comercial en los mercados turísticos y se confunde en muchas ocasiones con Mallorca.

"Hay que arriesgar con otras alternativas, en marketing casi todo vale si el resultado es positivo", explica. Bosch propone comercializar el patrimonio cultural, natural y deportivo de la Isla bajo el paraguas de la marca "Flintstones", "Picapiedras", muy conocida en Inglaterra, Alemania y España. Relata que en su día el empresario Gabriel Escarrer firmó un contrato con la Warner Bros para promocionar los hoteles de la cadena Sol Meliá entre el turismo familiar con esta marca. Incluso el Principado de Asturias promocionó hace años la imagen de sus parques nacionales aprovechando la fama del oso Yogui de Jellystone.

"Hay que ser valientes y si las campañas tradicionales no dan los resultados positivos esperados, hay que intentar otras alternativas, que a lo mejor nos darían una sorpresa". De momento no ha recibido una respuesta por parte de los responsables de la Fundació Destí, pero está convencido de que hay que marcar diferencias a la hora de vender y darse a conocer, y una marca archiconocida como ésta allanaría el camino.