TW
72

Todo el mundo sabía de antemano que este no era un domingo cualquiera, y así fue. La salida a la calle de los más pequeños permitió comenzar a atisbar la luz al final del túnel, es decir, del confinamiento. Un camino más fácil de intuir después de que el presidente del Gobierno anunciara el sábado otro paso más hacia la todavía lejana normalidad: el 2 de mayo se podrá, si sigue la tendencia de mejoría, hacer deporte y salir en familia.

«Las últimas semanas han sido duras y empezamos a necesitar ya a ver resultados, es decir, buenas noticias», comentaba ayer Maite en la Vía Perimetral de Ciutadella mientras seguía con la vista a su hija pedalear por el carril bici. Y es que, aunque todavía con cautela, la población empieza a ser consciente que lo peor ya ha pasado.

Y la mejor prueba de ello fue ver cómo las poblaciones de la Isla retomaban la vida gracias a la presencia de los más pequeños en la vía pública. Una jornada muy esperada después de 42 largos días de confinamiento. En general, se puede decir que los menorquines se aplicaron a la hora de seguir las normas establecidas.

Se vieron pocos niños con guantes, alguno más con mascarilla, como también hicieron un buen número de adultos pese a no ser obligatorio. Por lo visto en Ciutadella, se puede decir que se aprobó con nota a la hora de guardar la distancia social de seguridad, aunque en algunos casos el número de adultos por familia generó cierta confusión.

Noticias relacionadas

A sabiendas de lo largos que se hacen los días en cuarentena, fueron los menos los que decidieron madrugar. La mayor concentración de gente se produjo entre las 11 y las 13 horas y las bicicletas y patinetes fueron los acompañantes estrella para la salida. Eso sí, con un ojo puesto en reloj: «Te dejo que ya solo nos queda media hora», comentaba un viandante a un conocido en un balcón de Ciutadella.

Las rutas de la primera salida estuvieron en muchos casos muy condicionada por las visitas a familiares. «Lo hemos calculado y el kilómetro nos llega para pasar a saludar a los abuelos», explicaba una madre con sus tres hijos de la mano. El Paseo Marítimo fue en Ciutadella uno de los lugares más concurridos, así como la Platja Gran.

«Una hora sabe a poco», reconocía Llorenç en la Plaça des Born, aunque satisfecho de que sus tres hijos pudieran pisar la calle por fin: «La espera se estaba haciendo un poco larga», confesaba para a continuación reconocer las pocas esperanzas que alberga de que puedan volver al colegio este curso.

Hablando de regresos, conseguir que los niños volvieran a casa sin quejarse parece que no fue una difícil tarea: «Ha sido muy sencillo», señalaba Almudena: «Mis hijas estaban ya cansadas». Y es que todo apunta a que para volver a la normalidad también hará falta un periodo de entrenamiento.