En Ciutadella, en la finca municipal de Es Pinaret, pueden observarse los anillos-trampa instalados en los pinos | Josep Bagur Gomila

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La ausencia de frío de este invierno ha acelerado el ciclo vital de la oruga procesionaria (Thaumetopoea pityocampa), hasta el punto de que su presencia se ha hecho notar ya en enero, cuando no era habitual hasta febrero o incluso marzo. Un adelanto que precipita también la intervención de las instituciones, que reclaman precaución a la ciudadanía, puesto que es en este momento cuando estos insectos son más peligrosos por sus efectos urticantes.

Este es el caso del Ayuntamiento de Ciutadella, que este lunes recomendó extremar medidas, por los efectos de la procesionaria sobre las personas y las mascotas, ya que pueden provocar lesiones.

Ciclo de vida

Como recordaba este lunes el jefe del Servicio de Sanidad Forestal de la Conselleria de Medio Ambiente, Luis Núñez, las orugas nacen en torno a octubre e hibernan los meses de más frío. Sin embargo, si los termómetros no bajan y se mantienen con temperaturas primaverales, como estos últimos meses, «las orugas han comido más y se han hecho adultas antes» y «empiezan a bajar antes de los árboles».   

Es ahí que «son más peligrosas», durante esa ‘procesión’ hasta llegar a suelo firme, donde se entierran para formar la crisálida. Y así permanecen hasta las típicas lluvias del octavo mes del año, «entre el 12 y el 20 de agosto» concreta el experto, lo que las invita a emerger tras la eclosión, ya como mariposas que buscan aparearse y poner una nueva generación de huevos.

A nivel autonómico, el Institut Balear de la Natura (Ibanat) aplica tratamientos terrestres contra esta oruga cuando todavía es pequeña, en noviembre, «en 220.000 hectáreas» de pinos del Archipiélago. Se fumiga con Bacillus thuringiensis, un insecticida biológico inocuo para las abejas y otras especies, pero que sí afecta a la procesionaria.

Además, se instalan cajas nido para aves insectívoras y cajas refugio para murciélagos, que son depredadores de este insecto en su fase de mariposa.

Esto se ha hecho en zonas como Es Pinaret, en Ciutadella, donde se pueden observar los anillos-trampa, con los que se intenta evitar que las orugas lleguen al suelo.

A la gestión del Ibanat se suman las actuaciones municipales, «para que no quede ninguna oruga en los parques públicos, en los colegios» y lanzan las recomendaciones pertinentes para que los particulares actúen si detectan nidos de procesionaria en sus pinos. Así, Núñez recomienda «acudir a un profesional» y cubrir muy bien cuerpo y cara, para evitar las reacciones alérgicas y urticantes.

El apunte

Los veterinarios reclaman especial atención para evitar afectaciones en los perros

Caroline Langlois es veterinaria y conoce las lesiones que causa la procesionaria en los perros y ha difundido en sus redes sociales unos consejos a tener en cuenta.

Señalaba este lunes a «Es Diari» que «lo primero es prevenir, yendo al bosque sin perros, o llevarlos con correa, porque son animales muy curiosos» y si ven una hilera de orugas intentarán olerlas.

El cuerpo de la procesionaria «está cubierto por multitud de pelos urticantes, que lanza al aire si se siente amenazada», indica la albéitar. «Lo más frágil son los ojos, la nariz y la boca», pudiendo provocar reacciones inflamatorias, en mucosas o piel. «Si es leve, se puede tratar con antiinflamatorios», pero en los casos más severos «puede provocar necrosis en la lengua», algo que «es bastante común» y obliga «a amputar».

Langlois recomienda, en caso de «lesión cutánea sencilla, lavar con champú una o dos veces, para eliminar la sustancia urticante, evitar que el perro se lama las patas o el pelo» y limpiar muy bien sus ojos. Si afecta a la boca, enjuagarla con agua fría unos minutos e incluso intentar que lama helado de vainilla, para bajar la inflamación. Hay que «acudir al veterinario» para evitar efectos más graves.