Imagen del Centro Penitenciario de Menorca en Maó.

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La sección en la Isla del sindicato de prisiones Tampm (Tu Abandono Me Puede Matar), estudia querellarse contra el denunciante de unas agresiones a un interno, por parte de funcionarios del Centro Penitenciario de Menorca. Desde el colectivo tildan de «totalmente falsos, incoherentes e intolerables» los hechos denunciados por el hermano del reo, y aseguran que lo ocurrido «realmente dista mucho del relato».

El sindicato detalla que el 14 de enero, los funcionarios «reciben un chivatazo de que el recluso», que habitaba el módulo 1, «está pasando droga a través de una ventana a los internos del módulo 2». A partir de ahí, el personal del centro «iniciaron un protocolo de seguimiento de los movimientos del interno a través de las cámaras de seguridad, observando como efectivamente este recluso aprovechaba su acceso a un taller para, a través de una ventana, pasar algo que rápidamente se guardaban en el bolsillo», describen en una nota. «Cuando los funcionarios proceden al cacheo de estos internos, ya no encuentran lo que en un principio se habían guardado».

Luego, se procedió al registro de «la celda del recluso que supuestamente estaba traficando con droga y encuentran una cuerda de 2 metros aproximadamente de longitud, hecha con sábanas del centro», que «supuestamente se utilizaría para pasar cosas de una celda a otra».

El recluso «en ningún momento se puso violento, por lo que ni tan siquiera tuvo que ser aislado», y apenas «se hizo un parte de incidencias». Eso sí, a consecuencia del incumplimiento de requisitos para estar en el módulo 1, se le cambió al módulo 2, y «pese a que había motivos suficientes para haberle extinguido el contrato» de trabajo en la cocina, «se decide darle un voto de confianza» al no mostrar un comportamiento violento.

Ni huelga de hambre, ni agresión

Sobre la huelga de hambre, el sindicato asegura que «es rotundamente falso» y, sobre las agresiones, es «una acusación muy grave, falsa e infundada». De hecho, «salvo el chivatazo» sobre las drogas, «apenas mantenía relación con los funcionarios», posiblemente porque no entiende bien el castellano.

El sindicato rechaza la denuncia, que «atenta contra la dignidad» de los funcionarios, un «difícil trabajo» con «escasos medios materiales y personales, como para que recibamos este tipo de calumnias».