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Las elecciones al Parlamento Europeo no suscitan el interés de los ciudadanos, a pesar de su trascendencia e impacto para la vida cotidiana, y hoy se prevén cifras récord de abstención.

Hay mucho en juego en una cita electoral que no ha logrado desprenderse del debate de la política estatal y local, porque se decidirá la configuración de una nueva mayoría política en Bruselas y Estrasburgo que fijará la orientación de las decisiones más importantes del próximo lustro para millones de personas.

Pero las instituciones de la Unión Europea se perciben como alejadas de la realidad, Europa se considera más una fuente de problemas que de soluciones, e incluso hay –como Gran Bretaña- que plantean su abandono.

Cada vez es mayor la trascendencia de la UE, porque sus normas y acuerdos determinan desde el envase de la leche hasta el importe de la hipoteca de la vivienda; incluso inversiones y obras públicas. Esta realidad contrasta con el desinterés creciente que generan las elecciones de que se celebran hoy, lo que pone de manifiesto la necesidad de una eficaz labor didáctica para explicar las funciones y el impacto de Europa. Lo fácil es la abstención; lo necesario y comprometido, ir a votar.