TW

La masiva respuesta del sector primario de Balears a la convocatoria de las patronales, expresada en las diferentes tractoradas que tuvieron lugar en Mallorca y Menorca -en Eivissa y Formentera enviaron una carta a la Dirección Insular del Estado-, confirmó la voluntad de los payeses por evitar su extinción. Las reclamaciones son a todos los frentes, desde la Unión Europea al Gobierno central y, por supuesto, la falta de compromiso de los hoteleros de las Islas en el consumo de productos autóctonos.

Agricultores y ganaderos, además, ven gravada su actividad por unos costes de insularidad que restan competitividad a su producción frente a la entrada de alimentos procedentes del exterior. El impacto social de la actividad agrícola en Balears merece ser tenido en cuenta. Con demasiada frecuencia el mundo de la payesía queda arrinconado. Las protestas de ayer no pueden quedar en una anécdota. Su alcance confirma la gravedad de una situación que abarca a todo el Estado. El Gobierno debe arbitrar fórmulas que garanticen la digna supervivencia del campo, incluyendo el balear, especialmente desfavorecido por los costes de la insularidad.