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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, proclamó ayer que la salida de don Juan Carlos de España no implica cuestionar la institución monárquica. En su opinión, lo que está en cuestión son las personas, en este caso el comportamiento del rey emérito, y no el modelo de Estado. De este modo, el presidente se distanció de su socio en el Gobierno, Unidas Podemos. Salvaguardar al rey Felipe VI es un objetivo prioritario del Gobierno.

La marcha, supuestamente voluntaria, de don Juan Carlos culmina una operación en la que Sánchez evidencia su implicación a pesar del importante coste político que le genera. Pero el presidente del Gobierno alude a responsabilidades personales cuando no hay, todavía, ninguna acusación formal ni imputación contra don Juan Carlos. Se trata de evitar el deterioro político y social de la Monarquía por el episodio de presunta corrupción que protagonizó el padre del Rey, una dinámica que se quiere tratar de frenar en seco. No será sencillo, pero es la única opción. Esta grave cuestión divide al Gobierno y no son pocas las formaciones políticas que tratan de sacar rédito a la situación en la que se encuentra hoy la imagen de la Jefatura del Estado.