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El rey de Marruecos, Mohamed VI, se ha mostrado dispuesto a iniciar una «etapa inédita» en las relaciones de su país con España. Dejaría atrás la grave crisis institucional y diplomática abierta en abril a raíz de la atención sanitaria que se prestó en nuestro país a Brahim Ghali, dirigente del Frente Polisario. La reacción marroquí propició los asaltos masivos de las fronteras con Ceuta y Melilla que provocaron la entrada de millares de inmigrantes ilegales; muchos de ellos adolescentes, cuya repatriación lleva a cabo ahora el Ministerio del Interior.

Las relaciones de España y Marruecos siempre han estado enmarcadas en un clima de inestabilidad por la periódica reivindicación de Ceuta y Melilla que realiza el Gobierno marroquí. La cuestión del Sahara es otro de los asuntos enquistados. En el otro plazo de la balanza figuran las importantísimas inversiones españolas en Marruecos.

El gesto de Mohamed VI permitirá recuperar la normalidad de las relaciones entre Marruecos y España. Ambos países comparten una posición geoestratégica común en el Mediterráneo y su interdependencia es creciente en todos los órdenes. Y la comunidad marroquí es una de las más numerosas en Balears.