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En un escenario marcado por la inflación, el Índice de Precios de Consumo aumenta en abril ocho décimas su tasa interanual, y pasa del 3,3 por cien al 4,1. Y la inflación subyacente –que no incluye la energía y los alimentos frescos– se modera con una caída de nueve décimas y se sitúa en el 6,6 por cien. Pero se avecina una nueva crisis de oferta, provocada por la sequía. La falta de precipitaciones reduce las cosechas, con gran impacto en los cultivos de secano, los cereales -cebada, trigo y centeno- y los pastos para el ganado, así como legumbres y hortalizas.

También se reduce la producción de frutas, aceite, arroz y vino, que escalarán posiciones en los precios de venta al público. Unió de Pagesos de Menorca denuncia que entre un 40 y un 60 por cien de pasto y cereales ya está perdido. El cambio climático, la inflación y la invasión de Ucrania provocan una escasez de alimentos y que sean cada vez más caros. COAG, a la que pertenece Unió de Pagesos, denuncia que «en 2022 los precios subieron para los consumidores y en el sector agrario la renta bajó seis puntos. Hay que mirar quienes sacaron beneficio, que fueron otros operadores de la cadena alimentaria». La Ley de la Cadena Alimentaria, que en teoría impide vender por debajo del precio de coste, no se aplica y los perjudicados son los payeses y los consumidores.