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Nadie quiere trabajar dos años más para tener derecho a cobrar una pensión de jubilación que se ha ganado durante toda una vida laboral. La protesta de ayer convocada por los sindicatos está justificada. La estrategia del Gobierno ha consistido en mandar un globo sonda sobre la reforma de las pensiones para ver las reacciones, aun a costa de cimentar su imagen de improvisación reiterada, mientras se intenta convencer a Europa de que se aplican reformas para reducir el déficit. La protesta nacional ha sido un testimonio y una justificación, que no rompe el compromiso sindical de paz social, basado en el mantenimiento de los derechos y las prestaciones sociales, a costa precisamente de incrementar el déficit público. El alcance de la reforma de las pensiones no se determinará a corto plazo y el debate actual parece más una distracción que un proyecto serio de futuro. Los dirigentes políticos deben tranquilizar a los trabajadores y no generar miedos que no ayudan a la recuperación económica. Se trata de un tema muy sensible para los ciudadanos y hay que esperar el momento oportuno para afrontar una transformación que la estructura de población y su envejecimiento hace inevitable.