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Será que los periodistas somos malos y queremos ver fantasmas donde no los hay, pero algo falla cuando en tran breve espacio de tiempo dos acontecimientos independientes traslucen idéntica impresión, la de que los pactos son terreno abonado al cortijito. Con Torralbenc Vell, primero, y, esta misma semana, con la vía alternativa a la Me-1, ha dado la sensación de que el Consell funciona en compartimentos estancos. Se pactan generalidades, se da una apariencia de unidad, pero los partidos que tienen en su mano el gobierno insular -PSOE y PSM- gestionan las áreas que les corresponden de manera autónoma e independiente. No se entiende en otro caso que el proyecto frustrado de la bodega no pasara del despacho de Antònia Allès, ni que se presente una propuesta de movilidad - se supone que compartida- y día y medio después uno de los socios de gobierno la ponga a caer de un burro. Esto por hablar de casos cercanos y públicos, qué no podría inferirse de conocer la intimidad de las relaciones entre los integrantes del equipo de gobierno insular. Y del autonómico, con cuatro en liza, ni hablamos.