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Faltan 361 días para San Juan y no puedo evitar recordar algunas paradojas de las recién terminadas fiestas de Ciutadella donde el espíritu "santjoaner" puede con todo (posiblemente una observación atenta de las Fallas, los sanfermines o la Feria de Abril arrojaría idéntica conclusión). La primera tiene que ver con Manuel de Soto, ¿el tan aclamado caixer senyor no era el mismo que ahuyentaba a quienes pretendían transitar por su finca siguiendo el Camí de Cavalls? La segunda paradoja se refiere a la Guardia Civil. Vaya por delante mi agradecimiento porque sin ellos la Me-1 sería mucho más peligrosa después de cada fiesta popular, pero siempre que me hacen el control de alcoholemia pienso que podría llevar cinco kilos de cocaína en el maletero y, pendientes de hacernos de niñeras, no repararían. Finalmente, me quedé pasmada con la falta de ¿fraternidad? en la Missa de Caixers. Eché de menos alguna referencia, si quiera breve, al accidente de Castelldefels. Una docena de fallecidos y otros tantos heridos de consideración cuando acudían a una verbena de San Juan creo que lo merecían, reforzando así la sincera plegaria que, probablemente, palpitó en el corazón de muchos fieles. Ni la bulla, el ginet o el "pa pa pa parara" justifican que aparquemos lo que en esencia somos, o deberíamos ser, que una fiesta otorgue carta de naturaleza a algo que, un día antes o dos después, no la tiene.