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Hace unos días este periódico publicaba un artículo muy interesante firmado por Miquel Àngel Casasnovas Camps ("La llana de Menorca") donde, en el contexto de la explicación de la importancia que ha tenido ese producto animal para la economía de la isla en el pasado, recordaba algo que ha sido la característica de muchos menorquines a lo largo de nuestra historia económica: su iniciativa y su carácter emprendedor. Una auténtica cultura de la iniciativa privada.

Dice Casasnovas Camps que "per açò la resposta (a los problemas económicos de la isla), històricament, ha sorgit de la pròpia societat menorquina, on en totes les èpoques hi ha hagut emprenedors arriescats i innovadors".

Efectivamente, nuestros antepasados siempre encontraron las fórmulas para, superando el aislamiento que supone nuestra posición geográfica, ir adaptando el modelo de crecimiento de Menorca a las posibilidades históricas que ha impuesto la situación económica en cada momento. Todo ello ha sido posible por tres causas: primera y principal, por el citado carácter emprendedor y a través de las soluciones imaginativas (¿propias de latinos?) que aportaban. Segundo, por la diversificación de productos puestos a disposición del mercado. Y tercero, por la vocación exportadora de los productos que transformaba la isla ("la nostra illa ha estat estretament lligada a l'exterior, almenys des de mitjan segle XI, lluny de solucions autàrtiques inviables"). Todo bajo un capital humano envidiable por su determinación en conseguir el éxito dentro de un contexto que no se lo impedía.

Pero ¿qué pasa hoy en Menorca?. Más allá de la situación mundial de estos dos o tres últimos años que afecta globalmente a todas las economías, hace ya una década que nuestra isla viene estando especialmente afectada por las políticas que aplican unas ideologías nacionalistas en el poder que han conseguido arrinconar a la isla lejos de aquella "cultura de la iniciativa" y posicionarla en una auténtica encrucijada que la enfrenta a un negro futuro. Según predicen varios expertos, y certifican todos lo datos conocidos, el deterioro de la situación actual es de tal magnitud que hace pensar que la isla entrará en "estado de pobreza" no más allá del año 2015. En un par de décadas pasaremos de ser considerados la Suiza del Mediterráneo a ser una tierra pobre y sin perspectivas para ofrecer confortabilidad social.

Mientras, resultan curiosas las proclamas por las querencias quasi autárquicas de los nacional-socialistas del CIM (y del Govern) que, incapaces de regenerar la economía isleña que ellos mismos han encorsetado hasta límites ridículos, han incluso abogado por una especia de autosuficiencia para la isla (ver declaraciones del PSM). ¿Comprar y vender sólo lo producido en la isla? (¿De ahí provienen las prohibiciones para impedir la competencia exterior?). En su afán de afirmarse autosuficientes incluso han proscrito la marca comercial menorquina más conocida en el mundo, "Mahón". Sin apertura de mentes ni libertad comercial no hay iniciativa posible. Sin apoyos a la cultura de la iniciativa, no hay posibilidad de recuperación económica.

La encorsetada economía que ha conseguido implantar el nacionalismo empuja también a la isla hacia un despoblamiento, a una pérdida de habitantes, fenómeno que nos retrotrae a épocas pasadas de doloroso recuerdo. Ya ha comenzado la emigración de menorquines (formados profesionalmente) por no poder trabajar en su isla. La isla se comienza a despoblar de capital humano.

Menorca, hasta hace pocos años, ha sabido vivir mejor que otras tierras de nuestro alrededor por las características citadas. Ahora se abre una gran incógnita que deberá despejar el futuro inmediato para saber si hay posible retorno al tradicional "éxito" de la isla o decaeremos irremediablemente hacia la pobreza.