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Silencios y vaguedades por respuesta. Esto es lo que están recibiendo los ciudadanos a las últimas denuncias y reivindicaciones a las distintas administraciones. Las quejas no son nuevas y van envejeciendo con el tiempo: el progresivo deterioro del "Verge del Toro"; la mala imagen del Hospital Militar; las demandas para la mejora del entorno de Maó; los problemas que origina el botellón; el uso privativo del Lazareto y las reflexiones que, por segundo año consecutivo se ponen sobre la mesa en el Foro Menorca Illa del Rei sobre las carencias y futuro de la Isla. No digamos ya el mal endémico que supone el transporte aéreo y, también, marítimo.

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Es cierto que las movilizaciones para presionar a las instituciones han perdido fuelle en los últimos años (lejos quedan las multitudinarias manifestaciones para preservar los espacios naturales o el Camí de Cavalls y el clamor por un transporte digno). Pero las inquietudes ciudadanas siguen y se canalizan, principalmente, a través de los medios de comunicación como este diario.

A la vista de los resultados, no queda mucho margen a la interpretación. O a nuestros gestores les importa poco lo que preocupa a los ciudadanos o son incapaces de encontrar soluciones. Como diría Serrat: "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". ¿O sí?