Mientras todo cambia

Hoy tengo una cita. He quedado con un viejo amigo que, con el tiempo, se convertirá en un amigo viejo. ¡Qué bonito, poder envejecer sin demasiados achaques! Sobre todo, si conservas la lucidez y tu mente sigue funcionando con ansias de entender el mundo.

Es una batalla perdida de antemano, porque el dichoso mundo siempre está cambiando, transformándose, convirtiéndose en una cosa distinta de la que tú habías conocido (y dominabas, más o menos). Y en cuanto a la mente, necesita ejercicio constante, como el resto del cuerpo. A veces me pregunto si no nos habremos vuelto demasiado sedentarios.
La esclerosis de las ideas es la muerte de la conversación.

Pero bueno, no hay que quejarse, que es peor, y malgastas las energías que necesitas para resolver problemas. Mi amigo es un gran tertuliano: sabe pensar, hablar y escuchar al mismo tiempo. Hay algunos, que con hablar les basta.

Entro en el lugar de costumbre y me lo encuentro sentado, tomándose un refresco: sonrisas, saludo, diálogo.

- Estuve el otro día en una conferencia. Parece ser, que la sociedad actual no solo es diferente, sino que ya funciona de otra manera.

- No podemos ser analfabetos digitales… nuestra forma de vida ha cambiado para siempre. Sin retorno. Y no hay que ver los cambios como enemigos, cuando deberían ser nuestros aliados.

- Sí, pero es como poner un libro en manos de un niño. Primero habrá que enseñarle a leer ¿No crees?

- Mira la que se ha liado este año en los Goya, por el tema de las descargas y de la ley Sinde… derechos de autor…

- ¿Recuerdas cuando no existía internet, ni los móviles, ni se nos había caído el pelo?

- ¡Qué tiempos aquellos!

Cuando ya nos hemos despedido, el tema me sigue dando vueltas en la cabeza…

Los derechos de autor, de lector, de espectador, de editor, de respeto a la intimidad, de protección de datos, de expresión, del consumidor… todos los derechos, se resumen en dos: El que reclama y el juez que dicta sentencia. Por eso las leyes, son tan importantes.