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El Partido por Tailandia ha obtenido una espectacular victoria en las elecciones de este 3 de julio. Con 262 escaños sobre 500 tiene la mayoría absoluta para el Parlamento. En segundo lugar con 160 escaños el Partido Demócrata hasta hoy en el poder ha reconocido su derrota y felicitado a su rival.

Pero esto es Tailandia y a la encuesta del "Bangkok Post": "¿Piensa Vd. que puede haber violencia por motivos políticos después de las elecciones?", un 51 por ciento responde sí. En estas elecciones se enfrentaban dos maneras distintas de entender la democracia en la bipolaridad radical de la política thai.

Por un lado Yingluck Thaksin, su nombre significa en thai " mujer afortunada", 44 años, hermana menor del primer ministro depuesto en el golpe de Estado militar del 2006, novata en política como candidata del thaksinista Partido por Tailandia, ha arrollado en estas elecciones. En su campaña electoral ha propuesto una reconciliación nacional dejando de lado a las camisas rojas o amarillas por un futuro pacífico y democrático de Tailandia. El que por primera vez una mujer pretenda gobernar un país tan machista como Tailandia le habrá dado muchos votos femeninos. Su sonrisa, sus maneras suaves, su atractivo personal, ser novicia en política y, sin ninguna, duda su apellido, contrastan con una clase política corrupta, nepotista y anquilosada. Sorteando la posible amnistía para Thaksin ha ganado con los votos de las masas campesinas del norte y noreste pero también con muchos votos de la clase media de Bangkok

Por otro lado, Abhisit, actual primer ministro, educado en Oxford, ha sido el candidato continuista del Partido Demócrata. Abhisit dijo a los electores "o nosotros o el caos". El fantasma del regreso del depuesto Thaksin, si ganaba su hermana, y la vergonzosa ocupación por los "camisas rojas" del centro comercial de Bangkok en mayo del 2010 que solucionó a sangre y fuego, 90 muertos, fueron su mantra electoral. Acusando a Thaksin, sin pruebas, de conspirar contra la monarquía en un país donde el amor por su rey es sagrado, esperaba el voto popular. Así y todo no ha conseguido derrotar a la bisoña Yingluck.

Su partido es el del "establishment", de las grandes fortunas, de los burócratas, de los monárquicos más reaccionarios, de las élites de Bangkok, de los generales que llevan ya 18 golpes de Estado desde que Tailandia es una monarquía constitucional. En una palabra, de la "amataya" que quiere mantener un peculiar sistema de castas. Los "camisas amarillas" en su versión popular ocuparon los aeropuertos de Bangkok impunemente con grave daño a la economía del país.

La libertad de expresión, cada vez más restringida aquí con la amenazante ley de lesa majestad nos impide hoy desvelar una importante entrevista mantenida en Munich entre dos actores de primera línea de la política de Tailandia. Esperamos dar la primicia desde un país neutral muy en breve.

La Comisión Electoral tiene 30 días para dar los resultados oficiales definitivos de estas elecciones. La incógnita es si las élites tradicionales aceptarán esta vez los votos de la mayoría, o si un posible, aunque improbable, golpe de Estado militar o judicial, que haría el número 19, hará retroceder al maravilloso país de las sonrisas a otra dictadura.