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Mientras el Gobierno de Mariano Rajoy se dispone a rescatar a grandes constructoras del país con graves problemas económicos por mor de sus deficitarios números en la explotación de determinadas autopistas de peaje; mientras el Ministerio de Fomento, pese a la crisis, programa la adjudicación de nuevas concesiones en este negocio, sigue en pie, de momento por escrito y verbalmente, el objetivo nacional de promover el crecimiento y el empleo.

Y como la pesada losa que cubre el pozo del paro -por ahora de profundidad desconocida- apenas puede desplazarse, los gobernantes reciben con los brazos abiertos a los promotores de espectaculares proyectos de inversión multimillonaria. Se asiste así a unas nuevas y privatizadas versiones del bienvenido Mr. Marshall, adaptadas naturalmente a las exigencias del siglo XXI.

Hasta el próximo mes de septiembre no se desvelará la ubicación elegida para el Eurovegas de Sheldon Adelson que se disputan Madrid y Barcelona. Una tensa espera para Esperanza Aguirre y Artur Mas, quienes están dispuestos a eliminar cuantas trabas urbanísticas se interpongan en los ambiciosos planes de Las Vegas Sands Corporation. Y si hay que cambiar la ley antitabaco, ya se negociará sin más una excepción. ¡Todo por la patria, todo por la pasta!, sostienen Aguirre y Mas, deslumbrados por la promesa de crear 250.000 empleos en un horizonte que Adelson sitúa en 2025.

Crecimiento y empleo. En Balears, José Ramón Bauzá tampoco quiere quedarse rezagado al observar el empuje de sus colegas autonómicos. De modo que ha lanzado a bombo y platillo el proyecto de remodelación del puerto de Palma que le ha presentado el promotor Ronald Ras. Con el propósito de convertir la capital mallorquina en un indiscutible referente mediterráneo para la náutica de recreo de élite, el tráfico de cruceros y el movimiento de mercancías, el holandés Ras indica que la inversión alcanzaría los 1.870 millones de euros e implicaría la creación de unos 50.000 puestos de trabajo fijos (sí, han leído bien, 50.000 contratos), 45.000 en el plazo de los primeros cinco años de desarrollo del proyecto.

Claro que tras el asombro inicial ante semejante propuesta inversora surgen las dudas y advertencias sobre la viabilidad del proyecto. En la edición electrónica de un diario mallorquín se insertaban el pasado martes varios comentarios de sus lectores. Uno de ellos avisa que "el promotor del macropuerto de Palma se "estrelló" en Murcia: Ronald Ras prometió 1.500 viviendas en una urbanización de lujo cerca de la Manga del Mar Menor, pero solo construyó 400, de las que únicamente 45 están hoy ocupadas. La urbanización Mosa Trajectum, situada en la pedanía de Baños y Mendigo, se cae a trozos, según una información del periódico "La Verdad". Otro lector añade lo siguiente: "Este holandés no es presidente de Key Global, sino de Key Resorts, una promotora con sede en Murcia y que construyó una urbanización llamada Mosa Trajectum para viejecitos del norte de Europa que ahora se sienten estafados porque nada funciona, ni los campos de golf que prometió, ni centros de salud, ni nada de nada. Este es el individuo que nos quiere salvar de la crisis, un Gil a la holandesa".

Que conste que transcribo estos dos comentarios con todas las reservas sobre la veracidad y credibilidad de cuanto exponen sus autores. En cualquier caso, hay que dar por sentado que el Govern balear no querrá columpiarse y recabará la información necesaria sobre el currículo empresarial de Ronald Ras y el resultado de los proyectos inversores promovidos hasta la fecha. Por mi parte, debo señalar que la cifra de los 50.000 empleos me parece absolutamente desorbitada. El tiempo se encargará de ratificar o desmentir mi incredulidad y, supongo, la de otros muchos lectores.

Crecimiento y empleo. Antes de cerrar este artículo cabe preguntarse si Menorca tendrá también su particular Mr. Marshall. ¿Sorprenderá el presidente Santiago Tadeo a los menorquines con el anuncio de alguna inversión supermillonaria en esta isla inmersa en una prolongada atonía económica, una isla que a estas alturas todavía se está interrogando sobre su futuro modelo turístico y que, paradójicamente, ni siquiera cuenta con la competencia de promoción? ¿Acaso existe ya un Mr. Marshall oculto dispuesto a aterrizar en Menorca? Si llegara a presentarse una oferta inversora concreta de cuantía mareante, ¿se adaptaría rápidamente el Plan Territorial Insular a las exigencias de algún Mr. Marshall que, carente de escrúpulos, quisiera alterar -y con toda seguridad estropear- muchas de las identidades que configuran y definen la riqueza patrimonial y ecológica de Menorca?

No echar de nuevo más madera y más ladrillo es una de las lecciones proporcionadas por la crisis que nadie debería ignorar; a menos que se pretenda retornar al punto de partida de la crisis.