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Es normal que exista tensión entre los profesionales de la Sanidad. Son ellos quienes, con su esfuerzo, ralentizan el impacto de las políticas de austeridad en este servicio, que afectan principalmente a sus retribuciones y a un incremento de dedicación. También es lógico y además imprescindible que la Administración aplique criterios de reducción de costes, como lo están haciendo las empresas privadas. El malestar en el Hospital Mateu Orfila se ha enfocado en la figura del gerente, a quien un 35 por ciento de los médicos ha pedido su dimisión, al parecer más por cuestiones de forma que de fondo. En su primera visita a la Isla, ayer, el nuevo conseller de Salud, Antoni Mesquida, exhibió un tono de diálogo y se comprometió a tratar los temas conflictivos para alcanzar acuerdos y, si no es posible, como mínimo ofrecer toda la información. Mesquida ha conseguido relajar el ambiente en la Conselleria más problemática, después de un periodo tenso con Carmen Castro al frente de la misma. Ahora, toca tratar del fondo de los problemas, los que provocan un incremento de las listas de espera, una merma en la calidad de los servicios y los que afectan a las condiciones de trabajo, así como a los derechos asistenciales de todas las personas. En todo ello hará falta algo más que un diálogo imprescindible.