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Soy un robot de última generación que no siento ni padezco. Me han programado para explorar una isla mediterránea y enviar toda clase de datos a la NASA, por si le hicieran falta a alguien para algo. - ¿Para qué vamos a ir tan lejos? – preguntaron al responsable del proyecto los que tenían que poner la pasta. Eso bastó para que lo de Marte se pasase al miércoles y lo de Mercurio, que había subido mucho, se pospusiese indefinidamente.

¿Vamos a buscar vida por toda la galaxia, cuando aquí tenemos tanta y de tan buena calidad? – exclamó un ricachón de Texas. Los astrónomos parecían haber caído en un profundo agujero negro y la mayoría estaban en la Luna. Finalmente, se decidió hacer una prueba baratita y más cercana, antes de que se adelantasen los rusos o los chinos.

El aterrizaje fue complicado debido a los huracanados vientos del norte que barrían la superficie. Y el fuerte calor reinante, cuando el viento amainó, casi funde los circuitos. He llegado a la estación llamada Verano, si bien las predicciones auguran un brusco cambio de temperaturas. Otoño, 21 de septiembre. Caída de las hojas.

Una vez posado en las coordenadas previstas y llevado, sin duda, por el significado de mi nombre científico, me dispongo a explorar un pedazo de tierra firme, rodeado de mar salada por todas partes. Como no estoy preparado para apreciar la belleza, no siento nada en especial. Comprobación de dispositivos y control de posibles desperfectos.

Al tener una cámara incorporada, mis primeras imágenes son de un paisaje arenoso, seco y pedregoso, con formas de vida desperdigadas sobre el terreno. La mayoría de ellas se hallan en posición horizontal o decúbito supino. Paso desapercibido mientras voy obteniendo datos de todo tipo, hasta que un sujeto despistado intenta introducirme una moneda por una pequeña ranura, con la finalidad de conseguir un refresco. Sigo bordeando la costa, por un camino irregular que muestra imágenes inéditas que voy retransmitiendo a la base, vía satélite. Se oyen gritos de exclamación y entusiasmo, pero yo a lo mío. La zona Norte parece más antigua desde el punto de vista geológico. Numerosas plantas endémicas y animales de variadas especies. Algunas cagadas de gaviota sobre la carcasa.

Al dirigirme a un núcleo urbano, encuentro una proliferación enorme de humanoides y caballoides que interactúan de forma sorprendente al son de agradables fenómenos acústicos. Mis archivos los definen como "música". Memorizo la canción "Un robot damunt un ruc", que me enseña un lugareño por si consigo descifrarla.

Capto todo cuanto ocurre a mi alrededor, sin emitir opinión alguna al respecto, como corresponde a una máquina. Deduzco que el comportamiento de estos seres vivos, algunos bípedos y otros cuadrúpedos, no es el mismo cuando hay "fiestas" que cuando la fiesta se ha acabado. De lo contrario, sería difícil explicar su supervivencia.

En estado de excitación, debido a las celebraciones, todos parecen sonreír y llevarse bien entre ellos. No paro de hacer fotos y vídeos para completar mi misión. Este es un informe provisional. Tras unos días tendré que regresar a Houston, pero tanto me da, ya que no estoy capacitado para demostrar sentimientos. Solo desear "bones festes". Corto y cierro.