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El filósofo y matemático Pitágoras de Samos dijo, entre otras muchas verdades, que los números gobiernan el mundo. Y al griego no le faltaba razón. Lo vemos y sufrimos a diario. Pero dejando de lado la economía -tema de conversación que ha superado al fútbol en los bares y peluquerías- me centraré en una verdad incómoda: nos hemos, o mejor dicho, nos han convertido en números. Todo empieza el día en el que llegamos a este planeta: hora, día, mes, año, peso, longitud... Eso ya queda marcado a fuego. Luego vas al "cole" y te toca, por ejemplo, el número 14 de primero. Creces y el Estado te controla con los guarismos del DNI, Seguridad Social... Tu teléfono y la matrícula del vehículo con el que circulas eres tú. En la cola de la carnicería te llaman "el 38", el Ayuntamiento sabe que vives en el 24, para el cajero del banco eres un "pin", si participas en una carrera popular te conocen como el 134. Igualmente, si estás suscrito a un canal de televisión o club te conviertes en una sucesión de cifras... Y si te encuentras a una amiga de tu madre te suelta: tú eres el cuarto [hijo], ¿no? Hasta cuando haces el ridículo el colega te dice "¡vaya número!". Y así podríamos seguir, porque incluso el saldo de la cuenta corriente se comunica contigo con cantidades.

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En fin, todos tenemos nombre y apellidos, pero como dejó escrito Neruda en una de sus hermosas odas "...nos rodearon los números".