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El error humano vuelve a estar de dolorosa actualidad, por el grave accidente de tren que ha conmocionado a todo el mundo. Nos cuesta creer que un exceso de velocidad haya sido, una vez más, la causa de que tantas vidas y proyectos no pudieran llegar a su destino. La investigación determinará las causas y responsabilidades. Pero siempre hay que contar con el factor humano y, dentro de este, la posibilidad de cometer equivocaciones de desastrosas consecuencias. Las máquinas se estropean, fallan o dejan de funcionar… pero no se equivocan. Nos equivocamos nosotros, que creamos máquinas, las manejamos y las utilizamos para lograr diferentes fines. Incluso podemos hacer un mal uso de ellas.

Muchos errores son causados por una falta de previsión o de cálculo; otros por la influencia de variables típicamente humanas: distracciones, sentimientos y emociones, que nublan el juicio o tuercen el discernimiento. Hablando en general, somos más primitivos de lo que pensamos. El odio, la incompetencia,. la ambición o la venganza, pueden llegar a devorarlo todo como un incendio.

Con los errores, tenemos dos opciones: prevenirlos, si somos capaces de imaginarlos por anticipado y ponerles remedio antes de que ocurran; o aprender de ellos, si ya los hemos cometido, y entonces no hay otra posibilidad que reparar los daños e impedir que vuelvan a repetirse.

Chernóbil, Challenger, Spanair… accidentes nucleares, espaciales o de aviación. Existen errores médicos, de fabricación o políticos, que pueden poner en peligro muchas vidas. Por eso deben funcionar adecuados mecanismos de control o supervisión. Solo admitiendo nuestra tendencia al error, seremos capaces de librarnos de él o minimizarlo, podremos defendernos de sus efectos perniciosos e indeseables. Ahora resulta que nadie conocía a la señora Munar, ni sabía de sus tejemanejes. Todo el mundo se arrima al vencedor… pero reniega de pasados errores. Si te he visto, no me acuerdo.

Juan Carlos I pronunció aquellas palabras de disculpa, tan difíciles para un monarca o político en ejercicio: "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir". Fue tras fracturarse la cadera durante una cacería en Botsuana. La institución de la Monarquía está pasando una larga mala racha. La popularidad conseguida durante la Transición va disminuyendo como la "hucha" de las pensiones, al tiempo que la presión mediática y callejera van aumentando por la confluencia de múltiples factores. - Solo me falta poner un circo… y que me crezcan los republicanos – debe pensar el Rey.

El Papa pidió perdón por los casos de pederastia y abusos, cometidos por miembros de la Iglesia Católica. Negar el error humano, es una falta de humildad y hace imposible la reparación de lo que se ha roto. Además, los delitos deben ser castigados y la impunidad solamente los fomenta.

No somos máquinas, a pesar de que algunos lo crean y quieran tratarnos como tales. Para bien o para mal, somos el factor humano del Universo. Las máquinas son previsibles al seguir las inmutables leyes de la mecánica. Nosotros sorprendentes, porque promulgamos unas leyes muy bien pensadas, con la posibilidad de cumplirlas o incumplirlas.