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No tenemos nada que ocultar", dicen Cospedal, Floriano y algunos más en el PP y le entregan al juez Ruz poco menos que la carcasa de dos ordenadores.
Ustedes se recordarán que en "La Gleva" del viernes 23 de agosto, titulada "Los ordenadores de Bárcenas", les anunciaba en qué estado iban a entregarlos. Les decía que iban a estar más limpios que el culo de un niño, que por mucho que se haya cagado y por mucha mierda que lleve encima, cuando su madre le limpia el culo se queda hecho un san Luis.

No teniendo nada que ocultar, como dicen, deberían de haber cuidado como oro en paño los dos ordenadores de Bárcenas, porque era la prueba que avalaba su honestidad y en todo caso, los presuntos tejemanejes del ex tesorero. Pero se han entregado después de haber hecho desaparecer a conciencia cualquier señal de información o de recuperación de información. Con esa situación, difícilmente puede haber alguien en España que pueda creerse que esos ordenadores no contenían información perjudicial para el PP.

No sé quién asesora al partido de la derecha, pero en esta ocasión yo creo que desde la más absoluta torpeza, se ha creado la duda razonable, incluso para quienes militan en el propio partido.

Aquella vieja sentencia de que la mujer del César tiene que ser decente además de parecerlo, es como una excavadora aporreando la puerta de Génova.

En cualquier caso, estamos en la nebulosa de la especulación. Será el juez quien tenga que mirar dentro de nuestro ordenamiento jurídico y ver si al destruir la información de los ordenadores se ha incurrido o no en ocultación de pruebas, obstrucción a la justicia, en un proceso judicial en curso y la grave circunstancia de la destrucción sistemática de pruebas, quizá fundamentales. Todo ello suena francamente mal.

El artículo 264 del código penal establece pena de prisión al que, por cualquier medio, sin autorización, dañase, borrase, alterase o suprimiera documentos electrónicos ajenos. Las empresas con autorización pueden destruir datos. Para eso se suele acudir a empresas de reciclaje informático. Pero el caso es que no estamos hablando de empresas, si no de un partido político que, además, en estos momentos sustenta el gobierno de la nación. Por otro lado, el juez pablo Ruz debe de sentir lejana la colaboración con la justicia y por decirlo suavemente, se necesita de un buen grado de ironía cuando un juez te reclama dos ordenadores que, presumiblemente deberían de contener la memoria financiera de un partido político y éste le entrega dos carcasas inútiles. Incluso la Agencia Tributaria, Hacienda, podría reclamar la fiscalización de esos ordenadores ante lo llamativo de lo publicado sobre el dinero que entraba y salía, parece que a espuertas, de la sede de Génova. De todas formas me parece bastante chapucero el que no existan copias de un material informático tan sensible y específico como el que podría contener los ordenadores de quien fue el tesorero del partido. La destrucción sistemática de este material, es tanto como cargarse la memoria financiera del PP, algo como poco inusual y muy difícil de "tragar".

¿Qué es lo que contenían esos ordenadores? El propio PP ha abierto de par en par las puertas a la especulación, sembrando bien abonado el campo de la duda y eso ya es lo último que le faltaba a este partido y a este gobierno para tener una cierta similitud con el caso "Watergate". En aquella ocasión fue la secretaria de Nixon quien "borró por un error" la documentación de unas cintas que demostraban las triquiñuelas de un presidente en su intento de obstruir la acción de la justicia para salvar su cargo político.