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Esperamos demasiado de la política. Cuando Obama ganó las elecciones alguien le aconsejó: «Decepciona pronto a los electores». Las expectativas que había generado eran tan enormes que ni un héroe de cómic sería capaz de cumplirlas. Ahora comprendemos que no era cuestión de blanco o negro, sino de una amplísima gama de grises.

A veces los políticos quieren que creamos que son capaces de salvar el mundo, superar la crisis económica, mejorar nuestra calidad de vida, de hacernos más felices. Simplemente, no tienen tanto poder. Yo he dejado de escuchar las promesas electoralistas y las críticas de campaña. Aunque los medios nos apuntemos a veces al espectáculo, creo que las campañas ayudan poco al elector.

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A partir de septiembre lo veremos. El presidente Rajoy va a mandar a sus ministros a recorrer España con un mensaje único: hemos salido de la crisis y eso porque el Gobierno ha hecho las cosas bien. Pedro Sánchez, el flamante líder del PSOE, se dedicará a repetir que «la calle» no nota la recuperación, mientras intenta parecer más de izquierdas sin abandonar el centro, donde todavía se cree que está la mayoría. Parecen no darse cuenta que desde enero de 2012 el PP ha perdido, en estimación de voto, 12,7 puntos (del 42,7 al 30) y el PSOE casi 7 (de 28 a 21,2). Podemos se presenta como la tercera fuerza con su mensaje contra las «castas». Cuando este nuevo partido consiguió en las Europeas más de un millón de votos y cinco escaños muchos tuvimos que buscar en Google de dónde salía.

Creo que casi nadie vota por una promesa, pero si por una esperanza. La que pueden dar quienes transmiten honestidad y esfuerzo en su loable dedicación a la vida pública, No les corresponde a los políticos salvar el mundo, solo gestionar bien los recursos que les damos. Del resto que se encargue la sociedad civil. Tú.