TW

Una compañera de trabajo (si es que se puede calificar como trabajo esta lúdica actividad que ambos compartimos, rebosante de belleza plástica y conocida familiarmente como «hostelería en ferragosto»- HF-, y si es que se pudiera catalogar como compañera a quien pides no una vez ni dos, sino muchas veces al día que te proporcione una ensalada de mango, y no puede -por cuestión de protocolo- mandarte al carajo ), ha presentado a mi consideración un panfleto en formato librillo, de gran colorido y cuidada edición, cuya contraportada, en la que aparece un logo consistente en una gaviota sobrevolando una pareja de pes mayúsculas, me ha dado una pista tanto sobre el sentido de la publicación (autobombo), como sobre el sentido de la reacción que mi compañera esperaba de mí (negativa o airada), dada mi conocida desafección por la organización que usa ese simbolismo entre paternalista (la gaviota protegiendo con sus alas las iniciales de partido popular) y prometedor (el ave nos transporta con su vuelo hacia destinos aún inexplorados, pero tan tranquilizadores como el azul celeste del fondo sobre el que se recorta). Pensó en fin mi compañera sin duda que mi respuesta sería decidida y absolutamente crítica con lo allí publicado.

«Temo decepcionarte», -le dije-, «pero estoy de acuerdo con gran parte del contenido que leo en el selfie propagandístico que me muestras».

Señalaré sin embargo ahora para su desagravio dos aspectos, previos al análisis del contenido del documento, que encuentro poco edificantes. A saber.

La existencia misma del panfleto: el hecho de que un partido, grupo o particular se autoensalce impúdica y públicamente resulta siempre un poco patético.

Por otra parte, a menos que el costo de la exposición de aciertos haya sido asumido particularmente por los bolsillos de los personajes sin abuela que aparecen favorecidos en el reportaje, tenderé a temerme que por una vía u otra (los partidos reciben subvención) habrá una parte de mi pasta invertida en ese librito, y este ángulo del asunto me mola tirando a poco.

Noticias relacionadas

Superados con ánimo constructivo estos dos obstáculos no menores, confieso que Mahón tiene mejor aspecto ahora que hace tres años. Alabo pues la capacidad y la voluntad del equipo que ha gestionado nuestra ciudad para desbloquear una inercia pasmosamente inane que cubrió con un manto de apatía tanto el centro como el puerto de nuestros amores.

La instalación del ascensor (que estuvo paralizada incomprensible e insensatamente por más de diez años) ha demostrado la competencia y el interés de los actuales responsables del Ayuntamiento, amén de dar la razón a quienes reclamábamos su instalación urgente y denunciábamos el lucro cesante (vuelve a aparecer aquí esta figura tan familiar para el contribuyente) que sufrimos quienes dependíamos de un cómodo acceso del personal al puerto.

Tampoco es moco de pavo la sustancial subida de categoría que se ha operado en el Moll de Llevant gracias a la colocación de jardineras que han acabado con el absurdo que convivió con nosotros durante lustros, consistente en dedicar el espacio dotado de mayor valor añadido de la ciudad a aparcamiento de camareros, situación que a pesar de las correosas denuncias de quien escribe estas líneas fue desoída sistemáticamente por el anterior equipo de gobierno del consistorio, que demostró tener más prisa en construir un penal en la carretera de Sant Lluís que en solucionar los asuntos pendientes de su ciudad y su anejo puerto.

A sabiendas de que nunca llueve a gusto de todos, aplaudo también la actuación del Ayuntamiento en el centro de Mahón, sin duda restablecido con su ayuda del coma inducido que soportaba, máxime cuando el aliento ha sido proporcionado al enfermo muchas veces en contra de su propio criterio, ya que, como ocurrió con el puerto, hubo de actuar a contrapelo del humor de muchos comerciantes, porque a pesar de que se les supone un ímpetu vanguardista, han mantenido una resistencia numantina a cambiar el penoso status quo.

Me queda pues solamente felicitarlos por su labor, y si me permiten el apunte, decir que hubiera preferido no obstante que personas tan capaces fueran independientes, pero... cada mochuelo elige su olivo.