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La manera de gobernar de los políticos está llena de capítulos incomprensibles que para su quiebra les deja de ordinario, ante la ciudadanía, con el culo al aire. Fíjense ahora con el PP. Desde su mayoría absoluta no deberían de sacar ninguna de sus propuestas legislativas por decreto y sí por la vía democrática del debate parlamentario, que de paso podría enriquecer con alguna aportación sus propias propuestas, y entre otras cosas, para esto es para lo que está el Parlamento. Como luego además las votaciones las tienen ganadas con su mayoría absoluta, no le veo el problema, y todo sería más democrático o por lo menos políticamente correcto. Por eso, cuando hablan de regeneración democrática, cuando hablan de mano dura con la corrupción, a estas alturas de la película, uno acaba por sentir vergüenza ajena pues pienso que de igual forma que no les hizo falta nadie, ni les tembló el pulso para abaratar, por ejemplo, el despido hasta convertir el puesto de trabajo en un derecho manejable, cuando no manipulable por parte del empresariado, hagan de un puñetera vez ustedes solitos, en vez de contarnos vainas, una normativa jurídica que acabe con la vergüenza de tanto aforado, una normativa que obligue al corrupto, el que se lleva lo que no es suyo, a devolver hasta el último céntimo de sus mordidas. Una ley que meta en la cárcel a cualquier corrupto, sea del pelaje que sea, sobre todo al político, pues éste está obligado por su cargo a dar ejemplo. Acaben de una vez con ese latiguillo tan enmierdado del «y tú más». Acaben de una vez con esa vergüenza de los sumarios que duran seis o siete años. Acaben con esa otra chapuza de ver cómo a los de siempre, cuando por fin, tras infinitos años de amontonar miles y miles de páginas en los interminable sumarios, acaban estos concluyendo que el ladronicio de aquel chorizo ha prescrito…¡qué vergüenza!

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¿Cómo es posible que el delito fiscal prescriba a los cuatro años? ¿Cómo pueden, desde su mayoría absoluta, no haber puesto ya en manos de los policías, los fiscales, y finalmente los jueces, unas leyes que acaben con tanto corrupto, llevándose los millones a sacos a los paraísos fiscales? ¡Ah, ya!, ¡ya caigo! Quizá no lo hacen porque necesitan unas leyes consensuadas con el PSOE, que también tiene su cuota de corruptos, por aquello de que «entre bomberos no vamos a pisarnos la manguera». Unas leyes a la medida de que sus partidos no sufran las consecuencias de los corruptos que albergan. Como el otro día, que la ciudadanía amaneció con más de 50 detenidos, y entre ellos seis alcaldes de la autonomía madrileña y un tal Granados, presuntamente de mierda hasta los ojos.

No, señor Rajoy, no quedan ustedes políticamente justificados ni liberados de sus obligaciones con pedir disculpas a los españoles por la insoportable situación de la corrupción. Usted sabe, aunque finja ignorarlo, que los políticos han convertido a los partidos en refugio de corruptos y también le conviene saber, y por si no lo supiera se lo digo yo, que con esta situación están metiendo los votos en las urnas de Podemos a carretadas. Luego se extrañarán en sus torpes ignorancias de no entender su imparable auge, que en puridad no es más que la demostración física de la hartura a la que ustedes, los políticos, han llevado a la ciudadanía. Demasiados políticos que sólo van a lo suyo y no pocas veces, a enriquecerse fraudulentamente. Ya sé que no debe ser fácil hacer unas leyes contra la corrupción que no acaben metiendo a gente importante del PSOE o del PP en la cárcel. Necesitarán, para que la ciudadanía lo entienda y ustedes cumplan con su deber, hacer con la ley encaje de bolillos. Pero algo tienen que hacer ya, porque las consecuencias de la inanidad les van a salir carísimas.