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Las elecciones catalanas del 27 de septiembre 2015, en puridad sólo deberían de haber sido para dilucidar el reparto de escaños de la Generalitat. Pero los independentistas, de una forma muy poco elegante, más bien de una manera torticera, con Artur Mas a la cabeza, se empecinaron en convertirlas en plebiscito secesionista. Y eso fue realmente lo que la gente votó y no cómo va a estar repartido el gobierno catalán los próximos 4 años. Los separatistas sufrieron un indiscutible fracaso, no llegando ni siquiera al 50% de los catalanes que votaron por la independencia. Todo y que para esta especialísima ocasión, tuvieron a su servicio las televisiones catalanas, los periódicos y las radios, todo el aparato propagandístico, y ni siquiera así se acercaron a lo que era su objetivo. Con todo, el gobierno Rajoy, ya lo dije hace unos días, tiene motivos más que suficientes para estar preocupado.

Otro que se pegó un monumental trompazo fue Duran i Lleida el noi del Palace, donde supongo que también habrá presentado su dimisión.

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Lo de Podemos de Pablo Iglesias pinta más mal que bien, pues ha pasado de ser la alternativa para ganar las elecciones generales, a tener un fracaso en Andalucía y ahora en Catalunya. Le ha bastado unos meses de legislatura autonómica para perder fuelle. Y es que el votante no ve ni la tontuna de los cánticos que no vienen a cuento, ni la metáfora de la imitación de un indio haciendo el indio. Los mítines, entre otras cosas, sirven, aunque muchos políticos o pseudopolíticos no lo sepan, para dar una aproximación del personaje. Los asesores de imagen en algunos países son exigentes hasta en el color de la corbata con la que el candidato sale en TV. De manera que tonterías las justas.

Lo del PP está pasando de castaño oscuro siendo más que preocupante pues ha perdido en todas las elecciones en que últimamente se ha presentado, desde las europeas a las andaluzas y ahora, y de qué manera, las catalanas. A la Cospedal le duró el despacho de Castilla la Mancha una legislatura al igual que Fabra en la comunidad valenciana. Pero lo de la noche electoral del 27-S fue además de vergüenza ajena, no apareciendo ni en plasma el señor Rajoy a dar un razonamiento de los resultados que su condición de jefe del PP le obligaba. Ni ningún ministro, ni la vicepresidenta Soraya, ni la Cospedal y dejaron que otro, de tercera o cuarta fila, se tragase el intragable marrón. Por este camino, las próximas elecciones generales se le están poniendo a este partido muy cuesta arriba.

A partir del 27-S, para mi tengo que aunque él no lo sepa, Mas podría ser ya un cadáver político, un hombre que como otros que le acompañan en su empecinamiento, no son capaces de ver la realidad del contenido del vaso, ellos lo ven medio lleno cuando los hechos lo muestran medio vacío. No se dan cuenta o no les importa haber fragmentado a la ciudadanía catalana criando una innecesaria, absurda y peligrosa deriva en la que además piensan tozudamente insistir, tensionando la convivencia entre los que piensan como ellos y los que piensan de otra manera. Si fueran inteligentes aún están a tiempo de forzar una negociación con el gobierno central que podría ser muy beneficiosa para Catalunya. Lo otro es casi seguro un largo camino y un mal negocio. Este plebiscito debería servir para reflexionar todos.