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A ver si hoy escribo. Llevo más de cuatro meses al pairo, pero (conjunción adversativa) solo tres lectores me han preguntado por qué: no somos nadie. Atorado, asordado, fuera de cobertura, cual móvil inmóvil, huecas las palabras, sin su música de sonido, bostezando tras los cristales de una pecera: no evocan ni convocan. Y si no lees, no escribes. Son más de cuatro meses de lo que Baudelaire (dandy y snob) llamaba literariamente spleen, que es palabra inglesa; o sea, cinco meses de depresión. Sobre la mesita de noche aguardan turno: «El rastre blau de les formigues», de nuestro gran poeta, cosmopolita y, a la vez, adobado de ruralía Ponç Pons; «Crítica cultural y sociedad», de T.W. Adorno (traducción de Manuel Sacristán); «También esto pasará», novela de Milena Busquets».

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