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España sin gobierno, el PSOE sin gobierno y coqueteando con un cisma, con un partido fragmentado, aunque ellos procuran ocultarlo, y una fuerte desafección ciudadana que no hay quien la pueda ocultar pues lleva al PSOE a una sangría de votos capaces de arrasar con cualquier ejecutiva, llevándose por delante al secretario general.

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Pedro Sánchez ha practicado lo del perro del hortelano que ni come ni deja comer. A la Moncloa no se va por atajos. Impedir a toda costa que Rajoy sea investido presidente supone para el PSOE un altísimo coste político y encima Rajoy volverá a ser presidente. Eso es lo más probable. Mientras tanto, en sus torpezas, a los socialistas ni siquiera les salen las cuentas de saber cuánto es la mitad más uno de su ejecutiva. ¡Qué vergüenza! No saben arreglar su casa y pretenden arreglar España. Todo lo que está pasando en el fondo tiene una causa, un inicio, un epicentro, los unos y los otros (léase PP y PSOE) abusaron del bipartidismo. Ahora les faltan votos y en consecuencia, escaños, a unos más que a otros. Y como dice el refrán: donde no hay harina, todo es mohína.

Pedro Sánchez debía haber dimitir antes. Sus enemigos no estaban fuera del partido sino también dentro, como se vio claramente el pasado sábado 1 de octubre.