El lío del Tribunal Supremo a raíz de la sentencia que obliga a los bancos a pagar el impuesto sobre actos jurídicos documentados, paralizada el día después de ser promulgada por el presidente de la Sala Tercera Díez-Picazo, ha derribado el último bastión que se mantenía intacto en esta devaluada, y sin embargo querida, democracia. Y no por la acumulación de errores de Díez-Picazo, que han puesto en un brete al Supremo, sino porque se ha descubierto la cadena de favores e influencias que contamina la independencia judicial, que ha de nacer en los nombramientos para que después se perciba en las sentencias. Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, colocó a Díez- Picazo, desplazando a un magistrado con mayor experiencia y prestigio, José Manuel Sieira.
Terra de Vent
Suprema debilidad
28/10/18 21:59
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