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No es la primera vez que en Menorca un tornado (cap de fibló) destroza lo que encuentra a su paso. Recuerdo uno de estos destructivos fenómenos atmosféricos que se cebó en la zona de la Costa Nova, dejando buena parte del pinar, sobre todo del lado izquierdo yendo de Ciutadella a Ferreries, convertida en una gráfica muestra de la terrible fuerza destructiva de un cap de fibló. Algunos pinos quedaron retorcidos sobre sí mismos a pesar de sus gruesos troncos, su visión era fantasmagórica, parecía la obra destructiva después de una batalla.

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Este otoño la naturaleza ha recobrado la memoria de sus peores manifestaciones, dejando su terrible huella en Palma, en Toledo, en Málaga, en Cádiz, en Valencia y en Menorca, entre otros lugares, con esa virulencia que no parece desgastarse nunca.

Los expertos en temas atmosféricos, vaticinan que estos fenómenos irán a más, incluso en zonas que hasta ahora se han visto libres. Lo achacan al cambio climático. Vaya usted a saber, para el caso este otoño más se ha parecido a un crudo invierno que a una bucólica estación otoñal, además en algunas zonas de España ha nevado como dicen los que guardan memorias de estas cosas, que lo hacía antes, todo y que yo recuerdo nevadas tremendas por León y no digamos por Burgos o por Roncesvalles, camino de pasar a Francia, justo cuando se me ocurrió hacer con María la ruta francesa de los quesos.