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Dos años se cumplen esta semana de aquel viaje que emprendió Pepe Torrent Vivó a las tierras peruanas de Pisco donde cerró su trayectoria vital. El empeño y el esfuerzo de sus padres, Carmen y Carlos, hizo posible su regreso a Menorca para ser acogido por la tierra madre de Ciutadella, donde descansa.

Persiste hoy, vivo e intenso, del recuerdo y la evocación de la personalidad, las inquietudes y la simpatía de quien quiso ser artista plástico como su abuelo, José Roberto Torrent Prats, «es pintor Torrent», y su madre, Carmen Vivó Saura, que firma un bello naïf de estilo propio.

La recordamos, dos años después, quienes compartimos sus proyectos y fuimos cómplices de los sueños que supo transformar en espléndidas creaciones, donde sabía hallar la complicidad de sus amigos. La amistad era un ejercicio de pasión y lealtades que conjugaba a diario Pepe Torrent Vivó con Leonmanso, Bep Marquès, Josep Bagur Gomila... Guillem Soldevila se refería a la fragilidad de la vida en el momento de conocer la noticia de su muerte, recibida con incredulidad y un enorme impacto emocional. Geliah destacó su autenticidad como niño, adolescente y adulto. Y Pau Marquès, compañero de tantas aventuras compartidas, elogiaba su capacidad inagotable para aportar nuevas ideas y deseos, transformados en lenguajes y símbolos.

La muerte siempre nos interpela, con más fuerza cuando quien se marcha es una persona joven, como Pepe. Nos quedan muchas vivencias, imágenes, obra plástica empezada que después, con serenidad y afrontando la tristeza, terminó su madre. La mirada azul de Doña Mercedes y aquellas tardes luminosas en la casa del Paseo de San Nicolás. Por cierto, el Ayuntamiento de Ciutadella aún no ha cumplido el acuerdo del pleno, aprobado por unanimidad, para dedicar a Pepe Torrent Vivó un espacio de Can Saura, la antigua casa señorial vinculada a la familia materna del pintor.