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Ya tenemos gobierno y por falta de ministros no va a ser, tenemos más ministros que Alemania, tampoco va a flaquear la gobernabilidad por falta de vicepresidencias. Zapatero tuvo tres, el actual gobierno tiene cuatro. La verdad es que no se me figura para qué tantas vicepresidencias. El problema empezará por colocar a 22 ministros en torno a la mesa del Consejo y además en la bancada azul.

Como aquí somos de poco explicar, nadie sabe dar razón de para qué tanta vicepresidencia y tanto ministro. Conviene decir que todo eso no es un gesto de austeridad, un principio que denote un control del gasto público, sino más bien un fino detalle de todo lo contrario. Si se demuestra su necesidad y queda demostrado su funcionamiento, me alegraré y entonaré el mea culpa por aligerar una opinión hoy por hoy muy contraria.

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Me descolocó el acto de jurar o prometer los cargos ministeriales. Unos prometieron lo de la lealtad al Rey, a la Constitución y guardar el secreto de lo tratado en el Consejo de Ministros; otros como la Sra. Montero lo hicieron nombrado solamente el Consejo de Ministras; otros en fin nombraron a los «ministros» y otros a los «ministros y ministras». Si en un acto meramente institucional ya cada cual va a su aire, ¿qué pasará cuando tengan que estar de acuerdo unánimemente en un tema concreto?, por ejemplo en asegurar las pensiones. Recordemos que el Consejo de Ministros es un ente colegiado, lo que significa que uno solo no puede llevar adelante una materia, necesita el consenso del grupo.

Me pareció muy bien que el nuevo ministro Sr. Garzón fuera a este acto trajeado y que en la primera reunión ministerial no solo fuera trajeado sino que también llevara corbata y tampoco me decepcionó cuando no llamó a su majestad el rey Felipe VI «ciudadano Borbón»; me gustó lo de Pablo Iglesias y espero que no solo lo recuerde la ciudadanía, es importante que él también recuerde que nos ha dejado el encargo de que sigamos criticando y manifestando nuestros desacuerdos. Este hombre con un lustro de política a sus espaldas, me refiero desde la Puerta del Sol a nuestros días, ha pasado de eurodiputado en Europa a formar parte de una coalición PSOE-Unidas Podemos, nada más y nada menos que en el cargo de ser segundo vicepresidente. Esperemos que al final de la legislatura sigan el presidente y él abrazándose, y no acabando como algunos vaticinan poco menos que a cara de perro. Ojalá pues que en esta coalición gubernativa, las cañas no se vuelvan lanzas, eso sería la mejor señal de que la legislatura ha ido por buen camino, por más que alguno, incluso ya lo haya manifestado, y es que dure lo menos posible.

La oposición debería aunque solo fuera por tradición parlamentaria, dejar pasar los 100 días de cortesía, antes de ponerse a ejercer la ‘furibunda’ oposición que seguramente harán, con el más ácido de los lenguajes, por más que ciertamente, la política actual por medio de las urnas los hayan mandado a la oposición que ese es un trabajo tan democrático como estar en el poder, y que también se puede hacer desde la más elemental cultura democrática y no solo desde el acoso y derribo que alguno ya ha empezado a poner en práctica.