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En la sede del Ministerio reina la expectación. No en vano van a hacerse públicas las nuevas carreras universitarias que, ideadas por Educación (la Ciencia se perdió hace ya mucho), entrarán en vigor a partir del próximo año académico, así como las que, por inútiles, se caerán del sistema educativo. Los periodistas permanecen expectantes, aguardando la comparecencia del Sr. ministro. En la espera, algunos ojean su currículum que ocupa dos líneas: Don Borrego Sordo Pajín concluyó la ESO tras repetir primero en dos ocasiones y tercero, en una. Tras abandonar sus estudios, trabajó como vendedor de enciclopedias lo que, según sus defensores, le acredita sobradamente para ocupar el cargo que ostenta y no su parentesco con una exministra de Sanidad de inefable recuerdo.

La portavoz del Gobierno anuncia ahora que la información no será facilitada por el Sr. Sordo (no muy hábil en la oratoria ni en otros menesteres), sino por el secretario tercero del Ministerio. Cunde la decepción. El citado tercer secretario, don Román Calavera Festivo se acerca al micrófono e inicia su intervención, curiosamente, en inglés. Algunos lo atribuyen a que el Sr. Calavera quiere dejar patente su dominio de esa lengua y otros, unos malnacidos, a que, ante la mesa negociadora Generalitat-Gobierno, se ha optado por una tercera vía lingüística no agresiva…

- Ladies and Gentlemen: On behalf…

Una enfurecida portavoz gubernamental interrumpe al secretario, llamándolo a capítulo entre susurros. Susurros que, sin embargo, son perfectamente audibles por la audiencia, al no haber tenido don Román la precaución de apagar su micrófono inalámbrico…

- ¿Qué haces hablando en inglés, capullo? –le espeta-. ¿Acaso quieres ridiculizar al Sr. ministro que no domina ni el castellano?

Alguna cínica tosecilla y alguna malévola sonrisa preceden a la reanudación de la intervención del sr. Calavera…

- Señoras y señores: En nombre del muy Ilustre Sr. ministro de Educación quiero anunciarles que, a partir del siguiente curso, se impartirán cuatro nuevas carreras que facilitarán el acceso del proletariado a las aulas universitarias y le permitirán así conquistar un futuro de prosperidad. Son las siguientes:

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Ciencias de la Manipulación: ‘Influencer’.- Se pretende con estos nuevos estudios que aquellas personas que tengan cierta credibilidad sobre algún tema, puedan llegar a contar con millones de seguidores y, por tanto, enriquecerse de forma rauda. El término ‘credibilidad’ imposibilita que opten a estas disciplinas diputados, senadores, concejales y personas relacionadas, de un modo u otro, con la política.

Dj. Ciencias del pinchadiscos.- Especialidades: disk, drum, dubstep, hip hop, tecno, country, trance, chill-out, reggae, heavy, glam y house. Finalidad: conseguir, como en el caso anterior, aborregar a la ciudadanía y hacer factible que cualquier imbécil capaz de utilizar su dedo índice para hacer girar un vinilo se labre un brillante porvenir.

CPPO Ciencias políticas, peloteo y obediencia.- Las prácticas se realizarán en la sede de los partidos. El alumno hará de ‘chico de los recados’, asentirá permanentemente y ‘hará la pelota’ a los jefazos. Se le garantiza futura alcaldía, consejería o, a falta de talento, un ministerio.

Ciencias del braguetazo.- Formación en estética y en cómo lucir palmito y acostarse con un famoso. Tesis doctoral: casarse/ juntarse; divorciarse/ separarse; volverse a casar/ volverse a juntar, previo cobro exclusivas…

- ¿Y las carreras abolidas? –pregunta un maquiavélico periodista de «ABC»-

- Las de Humanidades. El ciudadano no debe pensar, ni sentir, ni discrepar con la sacrosanta y coral voz gubernamental. En conocido aserto «No hay mayor felicidad que la del imbécil».

El tercer secretario concluye su intervención con esa cita pronunciada en latín. Luego, mira, asustado y de soslayo, a la portavoz del Gobierno. «¡Uf! ¡Y es que el Sr. ministro no sabe de lenguas clásicas! Aunque, eso sí, es un hombre profundamente feliz…».