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Hemos vuelto para cantar la vida, proclama Jazz Obert, Associació d’Al·ligators en su presentación de la vigesimotercera edición del festival de jazz de Menorca, que el año pasado tuvo que ser suspendido por la pandemia y que ahora regresa con fuerza.

El público tiene ganas, se notaba en el concierto del pasado sábado en la sala Albert Camus de Sant Lluís, donde el trío gallego Sumrrá presentó su último trabajo «7 visions» con una excelente actuación. Todas las entradas vendidas, aforo completo aunque a medio gas por las restricciones, y una buena organización, para garantizar las medidas de seguridad que mandan en estos tiempos. Fue poco más de una hora de buena música en la que pese a las mascarillas y la contención que impone la situación sanitaria, la gente disfrutó y conectó con la formación sobre el escenario. El toque de queda impidió alargar la velada más de la cuenta, un bis rápido y adiós a las copas posteriores que en otro tiempo hubiera generado un concierto de estas características, pero ya lo dijo Xacobe Martínez, contrabajo y conductor de la velada a través de la música: más vale un poco de surrealismo, con eso de ‘a las diez en casa’ impensable solo hace un año atrás, que inexistencia. El clásico adaptarse o morir.

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Todo fue ordenado, el protocolo funcionó a la perfección, y sus notas nos permitieron por un rato disfrutar y evadirnos de esta especie de cárcel mental en la que se está convirtiendo la crisis sanitaria omnipresente.

Es justo agradecer desde estas líneas a quienes se esfuerzan por mantener vivo el festival, ese «comando de la música» que es la asociación impulsora del evento y que no ha permitido que el bicho nos lo robe todo. Que hace posible también, en un sector tan castigado por la crisis, que los músicos sigan actuando en vivo y en directo.

Quedan más actuaciones de abril a junio, esperemos que cuelguen el cartel de lleno y que pronto podamos volver a ponernos en pie y sin distancias. Larga vida pues al Menorca Jazz.