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Los cómics de Astérix y Obélix deberían ser lectura aconsejada en los colegios. La primera razón es que fomentarían mucho más la afición a leer que, por ejemplo, los «Milagros de Nuestra Señora» o el «Mio Cid», por citar dos obras de lectura obligatoria en los ya lejanos tiempos en que iba a la escuela.

El segundo motivo es que el temor de los galos a que el cielo cayera sobre sus cabezas se ha demostrado un peligro real. Prueba de ello son las virulentas granizadas con las que la atmósfera está protestando contras nuestras emisiones de anhídrido carbónico y otros gases que provocan el efecto invernadero.

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En Menorca se vivió el pasado 18 de agosto un episodio insólito con piedras de hielo del tamaño de un huevo que cayeron de las nubes provocando numerosos daños materiales. Más trágicos fueron los pedruscos que han caído esta semana en el Empordà y que causaron la muerte de una niña de 20 meses y heridas a varias personas.

Para prevenir que la bóveda celeste se desplomara, los antiguos galos cultivaban y adoraban los árboles y los bosques. Haríamos bien en tomar ejemplo de Panorámix y sus amigos, pues, al paso que vamos, un día en lugar de piedras empezarán a caer rocas sobre nuestras cabezas. O menhires.