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Las formaciones políticas de Menorca -partidos y agrupaciones de electores- están teniendo problemas para completar las candidaturas con las que concurrirán a las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo.

Van apareciendo los nombres a cuentagotas y apenas se conocen algunas listas enteras. Repiten o reaparecen ‘históricos’, algunos de ellos con largas trayectorias en las instituciones, de las que no han salido hace años. Todo ello en un ambiente de apatía general, porque la campaña no acaba de arrancar. Indicios que pronostican una elevada abstención, junto con la ausencia de una gran movilización de quienes pueden ir a votar.

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Esta desafección, que provoca las dificultades para cerrar y renovar las candidaturas municipales, al Consell y al Parlament, también se registra en otros ámbitos. Numerosas entidades y asociaciones menorquinas, tanto de la cultura, los deportes y la economía, no hallan relevos para formar las juntas directivas, donde se impone la continuidad al no surgir socios que quieran asumir la responsabilidad, que exige tiempo y dedicación, para ponerse al frente e impulsar la gestión.

Preocupa este desinterés y también nos interpela. Menorca ha contado, históricamente, con un gran tejido asociativo que ahora estamos perdiendo. ¿Qué ocurre? Esta apatía a colaborar, participar y aportar iniciativas es uno de los males a combatir. Estamos inmersos en un gran cambio de época, donde las modificaciones se producen y aplican con gran rapidez, en muchas ocasiones sin tiempo para entenderlas y digerirlas.

El día a día nos atosiga y nos desborda, cuando necesitamos momento y espacio para reflexionar. En este tiempo de cambio necesitamos recuperar el sosiego para volver a creer en las instituciones. Porque ya no es cuestión de fe -otra pérdida dolorosa-, sino de credibilidad. Pero los laberintos administrativos nos ahuyentan y desmotivan.