TW

No lo voy a hacer. Tú ya sabes por qué. Sé que lo estás esperando y que me has buscado con ansia para encontrar un ratito de lectura con su correspondiente jarana. Lo siento, hoy será de esos días en los que te defraudo. Otro más. No voy a escribir lo que pienso ni tampoco lo que siento porque tendríamos problemas. Tú por leerlo, yo por escribirlo y «Es Diari», mesquinet meu, por publicarlo. Lo siento. Puede que llegues aquí buscando carne fresca, insulto o hartazgo, y, si te soy sincero, no me apetece. El desánimo es tan alto que me ahoga e impide que diga lo que pienso sin pensar lo que digo. Pero, qué lástima…

Los enemigos de la razón están reinventando una historia a cada paso que dan para que se amolde más a su antojo que a la realidad. Y si para ello hay que reconvertir protagonistas en antagonistas, y al revés, pues se hace con total impunidad porque, a estas alturas, alguien ha conseguido que sea más importante pensar que se tiene razón que decir la verdad. Me queda el consuelo de pensar que alguno habrá que no duerma tranquilo, que tenga la conciencia intranquila o que le repugne algo.

Pero me callo, que ni quise ni quiero ofender a nadie. Porque los amigos de la sinrazón entienden que tienen una impunidad absoluta cuando, tras pasar por la operación de matemáticas correspondiente, el número que obtienen es el deseado. Os entiendo, yo también hubo un tiempo en el que conseguía que las matemáticas me diesen la razón en los exámenes tipo test, lograba el resultado que quería sin saber muy bien cómo, a veces improvisando, otras copiando y a menudo, por el teorema del ‘Pito pito’. El común de los resultados era que ni tenía razón, ni acertaba de chiripa.

Noticias relacionadas

Te podré decir, tras todo este paripé que ha durado demasiado, que las matemáticas tienen razones que la razón no entiende. Que la dignidad ha perdido, que la memoria se ha olvidado y que la humanidad es menos humana y más codiciosa. Y más triste. Porque todo ha servido de nada y nada ha servido para todo.

Te soy sincero y me cuesta seguir con estas líneas, con estas palabras, sin que la rabia quiera tomar el control, sin que la ira quiera teñirlo todo, pero no puedo. El café hoy está más amargo, o más amarga está la vida, mientras otros siguen convencidos de que es más importante mentir por encima de todas nuestras posibilidades.

dgelabertpetrus@gmail.com