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Mirar hacia otro lado es fácil, cómodo y te ahorra muchos marrones. Mirar hacia el otro lado es una especie de acto reflejo que muchísima gente ha incorporado con total normalidad para evitar encontrarse con algo que le desagrada, que le incomoda o que le puede trastocar su, a priori, tranquila existencia. También te lo digo, mirar hacia el otro lado es una actitud cobarde y reprochable. Aunque te entiendo, yo también lo he hecho…

Conscientes de que en la vida estamos un ratín y de prestado, al antojo de lo que el destino quiera y de lo que nos ganemos con nuestro esfuerzo, preferimos obviar las cosas negativas para que no nos molesten. Y para ello muchas veces optamos por no mirar eso con lo que nos cruzamos porque, igual que le hacemos creer a los bebés y a los niños pequeños, si no lo vemos, no existe. Pero existe. ¡Vaya si existe! Y duele. ¡Joder si duele!

Pasa, por ejemplo, cuando a alguien le diagnostican una enfermedad. Consciente o inconscientemente tendemos a sentir una especie de lástima que nos acaba alejando. «No quiero molestar» nos intentamos justificar, como si ignorar la situación le pudiese llegar a beneficiar y, sin duda, no nos incomode a nosotros. Es absurdo, lo sé, pero es lo que hay.

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El otro día, la gran mayoría de los Diputados del Congreso prefirieron mirar hacia el otro lado. Solo 5 de ellos aguantaron la visita de la representación de los enfermos de ELA y sus familiares exigiendo que se apruebe una Ley que les mejore la vida en la medida de lo posible. 345 ‘señorías’ tenían cosas mejores que hacer que cumplir el trabajo por el que le pagan y sostenerles la mirada a estos luchadores ejemplos de una dignidad que, como se comprobó, falta en la cúpula política de Madrid.

Otro triste ejemplo fue el que protagonizó el presidente del Gobierno en el caso de los Guardia Civiles asesinados por los narcos en Barbate. Prefirió mirar hacia otro lado -en realidad acudir a la Gala de los Goya- antes que tener la decencia de visitar la zona e interesarse por unas familias destrozadas.

Pero no está todo perdido. Este jueves vimos un ejemplo de personas que no quieren mirar hacia el otro lado. Los bomberos de Valencia se jugaron el tipo en la extinción del desastroso incendio del que seguro habrás oído hablar. Igual que todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, bomberos, sanitarios… que no saben mirar hacia el otro lado y se merecen toda nuestra admiración y respeto. Además de unas condiciones laborales mucho mejores. Además de unas condiciones de vida mucho mejores, como los afectados por la ELA.