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El presidente de AENA, Maurici Lucena, anunció en la última junta de accionistas que habrá «proyectos de expansión futura» en varios aeropuertos de la red, entre ellos el de Menorca. En general, en las ciudades donde están emplazados esos aeródromos, la noticia ha sido bien recibida, algunos territorios han solicitado ampliaciones y apremian a la empresa gestora de los aeropuertos a que acelere plazos y les construya pistas y terminales.

¿Alguien ha solicitado en Menorca dicha ampliación tras los últimos y continuados récords de pasajeros? Sabemos, porque así lo han anunciado, que el plan director del aeropuerto se ha quedado desfasado y se va a revisar. Ese fue el primer aviso oficial de que AENA quiere crecer, dado que en 2023 transitaron por las instalaciones cuatro millones y pico de viajeros. El segundo se acaba de producir con las declaraciones del presidente de AENA sobre las nuevas inversiones que incluirá el Documento de Regulación 2027-2031.

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Es solo una sensación, pero en Menorca puede que esa idea de expansión sin más, para atender las cifras galopantes de pasajeros, le ponga los pelos de punta a más de uno, y tal vez seamos los únicos en esa lista de pedrea inversora que tengamos dudas, aunque ahora mismo en Canarias se han echado a la calle para expresar su cansancio ante la masificación turística, es algo significativo.

La principal puerta de entrada a la isla ¿tiene necesariamente que ampliarse? Tirar tabiques, abrirla de par en par, operar más aviones en cada franja horaria, ampliar su capacidad ¿cada vez que se bate un récord de pasajeros? Teniendo en cuenta además que las instalaciones son como una acordeón, en verano con máxima actividad pero en invierno infrautilizadas, porque somos los que somos y las aerolíneas nos dejan a nuestra suerte al finalizar cada temporada. Con todos estos elementos sobre la mesa, algo de tanto calado como una ampliación aeroportuaria debería como mínimo debatirse, tomando el pulso a la sociedad.