Este martes el sistema automático de bolardos estaba averiado y el cierre debía hacerse manualmente | Josep Bagur Gomila

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Restauradores de Ciutadella denuncian el incumplimiento del horario de cierre del tráfico en el puerto. A pesar de que a las 12.30 horas se deberían activar los bolardos en el acceso desde la Plaça des Born, fuera de este horario siguen bajando vehículos, lo que supone un peligro e interfiere con el paso de peatones.

«Hay camiones que bajan a la hora de comer y en teoría el acceso tiene que estar cerrado. No se respetan los horarios», apuntaba este martes el responsable de uno de los restaurantes ubicados en el muelle. Lo dice y son las 13 horas, justo cuando pasa un coche con matrícula francesa. «Tú mismo lo has visto», lamenta, asegurando además que a menudo las quejas a la Policía Local no surten efecto.

Es más frecuente ver motocicletas, que pueden pasar entre bolardos. «Pasan motos, bicicletas, patinetes; y nadie lo controla», indican desde otro local, donde entienden que «es complicado poner de acuerdo a todos los que trabajamos en el puerto», dice, refiriéndose a sus propios proveedores.

Desde el Ayuntamiento, el concejal de Policía Local, Sergi Servera, atribuye el problema a la avería del sistema automático, por lo que en estos momentos el cierre es manual. Esto lo aprovecharían algunos para retirar la barrera y acceder a la dársena.

«Desorden en Es Pla»

En el otro extremo del puerto, diversos empresarios ponen el acento en el «desorden» que hay en el Pla de Sant Joan. Allí se puede acceder directamente desde Dalt sa Quintana. Por allí «bajan montones de coches para descargar barcas, y los dejan allí con los remolques, sin ningún orden», critican. «Y muchos pasan luego fuera de horario» por la calle donde están las terrazas, entorpeciendo la actividad de los restaurantes.

Otras quejas de los empresarios se refieren a la «poca iluminación que hay en el puerto», que «le da una pobre imagen»; los pivotes «endebles» que delimitan el carril central y que «doblan los camiones».

Los comerciantes recuerdan que «una terraza nos cuesta 20.000 euros al año», una suma importante que, consideran, bien merece un cumplimiento de los horarios y que esté todo en buenas condiciones.