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Érase una vez, en una lejana isla (o cercana, para los que habitaban en ella) rodeada de aguas cristalinas y asediada por una crisis económica galopante, vivía un joven príncipe de dorados cabellos que, debido a un extraño maleficio, había quedado convertido en muchacho normal y corriente.

Paseaba solitario por las calles de su ciudad, escuchando los comentarios y lamentaciones de la gente, que recientemente había participado en las elecciones municipales y autonómicas del reino.

"S'ha acabat el govern Antich, i ara en comença un de nou"… - decía un hombre mayor, sentado en un banco de S'Arravaleta.

Con la economía, no hay Manera… - comentó su compañero, al que también le gustaba hacer juegos de palabras.

Hay comercios de gran importancia que tienen problemas; juzgado de primera instancia con edificio nuevo; y una hermosa, aunque cada vez más cara, electricidad… - contestó el más malhumorado.

Todos se mostraban atemorizados por el ogro feroz de las hipotecas y el terrible dragón de las deudas acumuladas, que echaba llamaradas solo con abrir la boca.

Un buen día, su padre (que por un extraño maleficio, había quedado convertido en un obrero en paro) le ordenó que saliese a buscar trabajo. El hijo, que era obediente, y no era corto ni perezoso, partió raudo y veloz en busca de fortuna. La cosa estaba muy chunga, pero él tenía un alma noble bajo su apariencia normal y corriente, así que se dedicó a tan ardua tarea con ahínco.

Al cabo de los días, ya casi desesperado, se encontró con una lámpara maravillosa de segunda mano, que alguien había abandonado sobre la acera. Dedicó horas a arreglarla y mientras lo hacía, no paraba de tener buenos deseos.

Se le ocurrió montar un pequeño negocio de restauración y reciclaje, al que bautizó con el bonito nombre de "Metamorfosis". Al cabo de unos años, pudo ganarse la vida con su esfuerzo, llegando a contratar a un par de ayudantes y así, de esta manera, su familia pudo salir a flote. Transformaba y embellecía todo lo que tocaba.

Conoció a la princesa de un reino vecino (que no sabía que lo era), se enamoró de su modesta belleza y le regaló un hermoso mueble que había podido recuperar en el taller durante sus ratos libres, y que adquirió un aspecto, tras el barnizado, propio de un suntuoso palacio.

La chica le soltó un piropo y él se puso colorín, colorado…

Hoy, a las 21 horas, habrá una "lectura de contes" de Pau Faner en Can Victory. Podemos asistir. ¿A quién no le gusta que le lean un cuento antes de dormir?