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El código penal tiene bastante que desear a la hora de que sea de una fácil comprensión para la ciudadanía. Por ejemplo, algo que a mí siempre me ha parecido injusto, cual es eso de la fianza. Resulta que algunos pueden pagar fianzas millonarias y no pisan la cárcel hasta que la sentencia no es firme, que pueden pasar años; otros, por causas infinitamente menos graves, no pueden pagar una ridícula fianza porque por no tener, no tienen donde caerse muertos. Luego están las otras cosas como el caso del presunto chorizo, pongo presunto porque al paso que vamos puede acabar siendo más inocente que San Inocencio, ya habrán adivinado que me refiero a un tal Urdangarín al que no le han puesto ni una fianza simbólica y en el fondo aciertan, porque no hay riesgo de fuga, total, ya está viviendo en el extranjero y no sé si como un conde pero si al menos como un marqués. Y a todo eso han salido ahora como si le viniera a la justicia las prisas, las sentencias de la Gürtel, lo de las tarjetas black de los impresentables privilegiados, y lo de Nóos, todo como agavillado, como deprisa y corriendo, solapándose para el público unas condenas con otras. Será casualidad, no digo que no, pero hay que comprender que algunos piensen que no existen esas casualidades. Claro, que siempre los hay de condición retorcida que los dedos se les hacen huéspedes mientras se rascan la cabeza dudando de este tipo de casualidades.