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Las caras de los alcaldes pasaron, en pocos minutos, de la preocupación al estupor y del asombro a la indignación a medida que el delegado de Red Eléctrica en Balears, Eduardo Maynau, iba explicando la realidad de una región insular afectada en un 70 por ciento de su territorio por la interrupción del suministro eléctrico a consecuencia de un cap de fibló.

No daban crédito, los alcaldes de los municipios perjudicados, a lo que acababan de escuchar en la reunión celebrada en aquella intempestiva tarde de un domingo de noviembre. De ahí salió aquel tuit que pronto se hizo viral en toda Menorca: "Per lo que mos diuen a sa reunió que tenim ara mateix al CIM, el subministrament elèctric no funcionarà fins a tres o quatre dies". O sea, el miércoles o el jueves. Añadía el mensaje, difundido desde la silenciosa y oscura sede del Consell insular: "Posaran provisionalment generadors a fi de que els edificis públics, no tots, centres de dia, ajuntaments, pous, puguin funcionar amb certa normalitat". Cundió el pánico y surgió el temor al desabastecimiento en la primera noche que miles de menorquines pasaron a oscuras, sin luz, sin agua y sin telefonía.

La mañana del lunes fue un descomunal caos y se constató la gravedad y alcance de un suceso que sigue teniendo impacto y repercusiones en toda la Isla. Hay que restablecer el servicio, recuperar la normalidad y tramitar las indemnizaciones por los daños y las pérdidas que está ocasionando el gran apagón, que es un enorme monumento a la improvisación, un escándalo. Pero, como diría el gran Josep Pla, "qui paga tot això?" O sea, ¿alguien asumirá responsabilidades, políticas y administrativas? Porque al quedar aislada energéticamente Menorca, el suministro depende ahora de la central de Maó. ¿Aparece en el plan de contingencia de Red Eléctrica la rotura simultánea de las dos líneas de alta tensión, como ocurrió el domingo? ¿Lo pensaron y exigieron nuestras autoridades? ¿Se hará público este plan de contingencia? ¿Habrá expediente sancionador y multa?