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Los que por televisión se esfuerzan en demostrarnos lo mucho que saben de meteorología, en los últimos meses no paran de buscarle un nombre raro a lo que de antiguo mi abuelo l’amo Josep, le decía un núvol maleit, ahora lo llaman una ciclogénesis explosiva de la que conocemos sus efectos, pero en puridad no sabemos a ciencia cierta qué quiere decir la palabrita esa que se traen. Otros, por no querer pasar por tiquismiquis le llaman gota fría. Mira tú que también son ganas de enreda la troca, y lo que ya es la pera limonera, es llamar a lo que viene siendo un tiempo tormentoso una DANA. Pero qué tontuna es esa oiga, una DANA aún si fuera una dona, sabríamos lo qué es, por más que con razón nombre así, el mujerío montaría un pollo que para qué las penas. Una tempestad, un temporal de agua, sabemos qué cosa son, pero una DANA a fe de continuar siendo un confesado ignorante, pues mire usted, no tengo ni p… idea.

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El otro día una periodista con ganas de ser la más enterada o por subir peldaños en el escalafón, con lo que acaba de pasar en el levante y en las islas Balears, le ha llamado «el tren», porque según la ‘aventadora’ de noticias, ahora las tormentas van como los vagones de los trenes, uno detrás de otro. Ya veremos la próxima nubarrada qué se les ocurre. De todas formas quiero decirles que viendo el desastre que en tan pocos días ha montado el agua, ya me cuesta más poner en duda lo del diluvio. Creo que habrá que ir pensando muy seriamente en el cambio climático.