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Las leyes se tramitan y aprueban, en el Congreso las estatales y en los parlamentos regionales las autonómicas. El punto de partida es un proyecto que redacta y remite el Gobierno a la cámara para que sea debatido en ponencia y comisión, se abra el plazo de presentación de enmiendas y sea finalmente aprobado por el pleno.

Pero en Balears las cosas se hacen de otra manera, al menos con la nueva Ley Turística, cuyo proyecto aún no ha sido registrado por el Govern en el Parlament. En cambio, ha sido presentada en Madrid por la presidenta Armengol, con asistencia de dos ministras, que dan lustre y mucho empaque.

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Los relatos oficiales sostienen que el Govern propone, con esta ignota ley, la transformación turística de Balears y que todo el sector avance hacia la economía circular. Y que en seis años se han de cambiar 300.000 camas para que las ‘kellys’ mejoren sus condiciones laborales, como les prometió el conseller Negueruela al principio de esta legislatura, allá en junio del 2019.

Luis Casals, presidente de los hoteleros de Menorca, reclama un periodo de siete a diez años para aplicar las medidas de la ley non nata. Y la presidenta de los hoteleros de Ibiza y Formentera, Ana Gordillo, explica: «nos reunieron el viernes para plantearnos la reforma de la ley antes de presentarla el lunes, todo deprisa y corriendo y ya cocinado». Marga Prohens, presidenta del PP-Balears, declara que «este Govern pasa de la ley Frankenstein a la ley fantasma, que nadie conoce, que nadie ha visto y que nadie sabe si existe más allá de cuatro titulares, pero que nos da mucho miedo».

¿Es serio anunciar en Madrid una ley con la que el Govern quiere regular aspectos clave de la primera actividad turística de Balears y que el proyecto no haya sido presentado ni registrado en el Parlament? El director ejecutivo de Meliá Hotels, Sebastià Escarrer, espera la ‘letra pequeña’ de la ley, pero aún no sabemos en qué consiste la ‘letra grande’.